por La Gaceta Arquitectura
El arquitecto Ricardo Robles tiene 35 años y nació en Santo Tomé. Egresado de la UNL, inició su recorrido profesional en el estudio de su familia (Estudio Robles), para comenzar a combinar distintos proyectos personales y colectivos, su desempeño como docente universitario, y su vocación de artista plástico.
Robles respondió el cuestionario que La Gaceta Arquitectura acerca a jóvenes profesionales de la provincia con el objetivo de difundir sus producciones e inquietudes en sus propias voces.
—¿Cómo viviste el paso de lo académico a lo profesional? ¿Qué diferencias encontraste entre esos dos ámbitos?
—Comencé a trabajar en el estudio de mi familia mucho antes de graduarme, incluso antes de iniciar la carrera de arquitectura, por lo que no experimenté la transición abrupta que sí vivieron muchos de mis colegas. Además, siendo docente en la FAPyD – UNR y en la FADU – UNL, mi vida profesional y académica están fuertemente entrelazadas.
Una particularidad es que, aunque durante mis estudios tenía una clara vocación hacia el urbanismo, fue algunos años después de graduarme que decidí enfocar mis esfuerzos en esa disciplina, algo que con tiempo, esfuerzo y algo de suerte hoy, puedo decir que he consolidado.
Las diferencias que encuentro en el urbanismo académico y profesional son fascinantes, principalmente porque se manifiestan las implicancias de tener que trabajar con un fenómeno tan complejo como lo son las ciudades.
En primer lugar, al trabajar con la escala urbana, la interdisciplinariedad es clave para poder dar respuesta a fenómenos complejos, algo que lamentablemente no se experimenta de manera muy frecuente en las carreras de grado.
En segundo lugar, la libertad creativa encuentra nuevas formas, ya que las limitaciones presupuestarias, los condicionantes sociales y las decisiones políticas forman parte del juego cotidiano; esto hace que uno deba estar muy atento no solo a generar ideas, sino también a gestionarlas.
—¿Recibís encargos o gestionás tus propios trabajos?
—Tengo diferentes líneas de trabajo, por lo que el origen del encargo depende del contexto. Por un lado, trabajo con ciencia de datos aplicada a las políticas urbanas, conocimiento que he desarrollado y aplicado tanto en el ámbito privado como en el público.
También he participado de manera activa en proyectos urbanos desde el estado y como profesional independiente. Formo parte de un estudio familiar de arquitectura, urbanismo e ingeniería llamado “Estudio Robles”, en el cual asistimos a profesionales de la construcción y además gestionamos nuestros propios emprendimientos. Por último, no menos importante, soy un artista plástico independiente.
Afortunadamente amo y me apasiona mi profesión. Para hacer lo que hago y vivir de ello, además de contar con un gran apoyo familiar, pasé horas y días investigando, explorando y analizando la complejidad de las ciudades. Realicé trabajos que nadie me había encargado y que, en su momento, tampoco podía capitalizar.
Como artista, uno sabe que lo que hace no siempre conduce a una remuneración inmediata. De hecho, lo más normal es que los artistas tengamos un segundo o tercer trabajo para financiar nuestra pasión. Ese tiempo de exploración, que aún mantengo, me permite hoy recibir y diversificar los encargos vinculados a lo que me apasiona.
Actualmente, estoy trabajando en el Centro Universitario Rosario de Investigaciones Urbanas y Regionales (CURDIUR), un centro de investigación de la Universidad Nacional de Rosario y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), dirigido por el Arq. Javier Fedele. Allí continúo consolidando mi perfil como «científico de datos», una actividad en la que diariamente se aplican técnicas de programación para analizar datos.
El origen de los encargos del CURDIUR, como en muchos ámbitos públicos, está principalmente relacionado, por un lado, con las decisiones políticas de municipios que buscan profesionalizar su gestión y, por otro lado, con los programas de financiamiento a los cuales el instituto aplica.
—¿Cómo interpretás el rol de los y las profesionales de la arquitectura en la actualidad y a futuro?
—Muchas prácticas tradicionales o convencionales de nuestra profesión están en crisis. El uso de herramientas tecnológicas cada vez más sofisticadas y la llegada de la inteligencia artificial a nuestras vidas van a seguir consolidando un proceso de aumento de productividad en los estudios de arquitectura.
En 2010, dos personas en una oficina producían lo que veinte en un gran estudio diez años antes. ¿Qué va a pasar con nuestra profesión dentro de 10 o 50 años con esta tendencia que difícilmente va a declinar?
En el Colegio de Arquitectura y Urbanismo Santa Fe Distrito 1, han realizado un ciclo de charlas llamado “Prácticas abiertas”, donde se busca mostrar que existe una gran variedad de producciones que merecen salir a la luz, en el marco de un proceso de crecimiento y mutación de los y las profesionales.
Creo que en estas mutaciones es donde los profesionales van a encontrar nichos para poder intervenir y actuar en sociedad. La profesión nos prepara para manejar una gran cantidad de variables, establecer sistemas de relaciones y adaptarnos a los cambios, cualidades muy importantes en nuestros tiempos que debemos saber aprovechar.
—¿Cómo concebís, y cómo ponés en práctica, el cruce de la arquitectura con otras disciplinas?
—Hace un tiempo, realicé un dibujo llamado «Esquivando a Noé». Este hace referencia a cómo los profesionales de la arquitectura suelen tener el complejo de Noé, quieren salvar a todos de un diluvio metiéndolos en un arca llamada forma urbana.
Lamentablemente, en repetidas ocasiones se cae en la trampa de reflexionar sobre lo urbano y lo arquitectónico únicamente a partir de sus variables formales y espaciales, sin considerar las particularidades de la sociedad que lo habita. Para esquivar este complejo, es fundamental el cruce constante con otras disciplinas y, principalmente, la escucha atenta a los usuarios de los espacios.
Personalmente, disfruto mucho la producción colectiva del conocimiento, el cruce de miradas sobre un mismo problema e incluso la necesidad de modificar el vocabulario para que las ideas se entiendan. Al complejizar las miradas, los procesos se simplifican, los planteamientos se agudizan y se economiza tiempo.
Una metodología que suelo utilizar para los trabajos interdisciplinarios son los talleres de mapeos colectivos. Los resultados han sido siempre muy gratificantes, tanto en relación a las temáticas tratadas como en el resultado plástico, ya que, como diría Paul Theroux, «la cartografía es la más artística de las ciencias y la más científica de las artes».
—¿Qué obstáculos encontrás en el desempeño profesional y cómo considerás se pueden sortear?
—He trabajado en procesos de modernización del Estado y me he encontrado con muchos obstáculos para dar continuidad a las políticas, producto de los cambios de gestión. Esto es un déficit estructural que tenemos en nuestras ciudades y en la forma en que se maneja nuestra política local.
Una gran cantidad de horas y recursos invertidos se pierden si no se logra transmitir el conocimiento y que los nuevos equipos se apropien de las ideas.
Para sortear este problema, creo que es fundamental que la información producida esté bien estructurada y sea accesible. Además, es clave involucrar en el proyecto a las personas que sí tienen continuidad desde un inicio, para que sean las encargadas de transmitir lo realizado. Aún me falta mucho por recorrer, pero sigo creyendo en la fuerza de las ideas por sobre las ideologías políticas.
—¿Qué consejos podrías dar a los y las estudiantes de arquitectura?
—Como docente, sugiero que no dejen de estudiar y sean muy sensibles a su instinto; quizás sea lo que más les permita adaptarse al entorno. Me he encontrado en muchas oportunidades con estudiantes que no sabían cómo resolver determinados problemas, y los mejores resultados se obtuvieron cuando desarrollaban sus propias inquietudes en los trabajos.
Aquello que nos emociona tiene una capacidad increíble de transformar nuestras vidas. Quizás lo emocionante esté en el trabajo, o tal vez pase por otro lado. Sepan valorarlo y enriquecerse como personas.
Obras publicadas (en orden de aparición):
1- Portada: «Resultado de Talleres de Mapeo Colectivos La Vaina y La Surubí (2019)»
2 – Foto personal
3 – Parque Integración y del Centenario en Comallo – Río Negro (2017) – Estudio Robles y Arq. Karina Artoni – Fuente: www.diarioelnorte.com.ar
4 – Taller de Mapeo Colectivo La Vaina en el Foro Cultural UNL (2019) – Fuente: R. Suppo
5 – Paseo Av. Galicia – Dibujo digital de producción propia
6 – Paseo Av. Galicia – Fuente: Producción propia
7 – Iniciativa de conservación de bosques fluviales Setubal – P. Chiarella, M. J. Ilari, M. Gasser y R. Robles en la Dirección Ejecutiva de Infraestructura Verde de la ciudad de Santa Fe (2020-2021) – Fuente: H. Retamoso
8 – Esquivando a Noé (2021) – Dibujo digital
9 – Placemaking en Plaza Pompeya (2022) – Proceso de pintada participativa coordinado junto al artista y arquitecto Rodrigo Cicarelli. – Fuente: Producción propia.
*Más info sobre el arq. Ricardo Robles, aquí.
Instagram: @estudiorobles
*El ciclo “Voces de nuestra arquitectura emergente”, de La Gaceta Arquitectura, tiene como objetivo principal difundir el trabajo y el pensamiento de jóvenes referentes de la arquitectura y el urbanismo de nuestra
provincia.
El título expresa la intención de este ciclo, que busca que sean los y las protagonistas de esta nueva generación quienes relaten sus experiencias y expresen sus inquietudes y sus visiones en torno al ejercicio profesional.
El plantel de jóvenes profesionales sub-36 que participan de la Muestra Argentina de Arquitectura y Paisajismo Emergente (MAAPE), que el Colegio de Arquitectura y Urbanismo de la Provincia de Santa Fe (CAUPSF) es representativo de este segmento. Por lo tanto, aparece como más que oportuno comenzar a recoger de allí las primeras «Voces de nuestra arquitectura emergente».