por La Gaceta Arquitectura
Juan Pablo Lisi tiene 33 años, se desempeña como arquitecto en la ciudad de Santa Fe y forma parte del equipo de profesionales de Estudio/Taller Río, un espacio en el que colaboró en la realización de proyectos para concursos de arquitectura, diseño de edificios residenciales, remodelaciones, oficinas administrativas, plantas industriales, y diseño de interiores, entre otros trabajos.
Retomando en este 2024 el ciclo Voces de nuestra arquitectura emergente, La Gaceta convocó a Lisi para que responda el cuestionario destinado a conocer el presente, las inquietudes y las reflexiones de los y las profesionales de la arquitectura y el urbanismo de nuestra provincia.
“Actualmente, la arquitectura se ve muy influenciada por imágenes que circulan de manera inconsciente a través de medios digitales y redes sociales, lo que puede estereotipar la percepción del campo arquitectónico”, reflexiona.
Y aconseja a quienes se inician en la profesión a que cuenten con “fundamentos sólidos que respalden nuestras propuestas, al mismo tiempo que cumplimos con los requerimientos y deseos del cliente”.
—¿Cómo viviste el paso de lo académico a lo profesional? ¿Qué diferencias encontraste entre esos dos ámbitos?
—Pienso que el paso de lo académico a lo profesional no es un proceso con un fin definido, ya que constantemente estamos en situaciones de aprendizaje mientras transitamos nuevas experiencias profesionales.
Al iniciarnos en la profesión enfrentamos varios desafíos donde la teoría aprendida difería de la realidad con la que nos encontramos. Por ejemplo, diseñar para un cliente no era lo mismo que hacer un trabajo para un taller de proyectos, ya que el comitente tiene necesidades particulares, influencias estéticas (hoy definidas en su mayoría por las imágenes que circulan en las redes sociales), presupuestos, experiencias y visiones específicas de la arquitectura.
Además, al empezar a materializar los primeros proyectos, fue necesario aprender a coordinar tareas que involucran a otros profesionales, constructores, proveedores de materiales e insumos, trabajadores de la construcción, entre otros.
En distintas instancias, fue imprescindible volver a lo académico: investigar y estudiar, compartir experiencias y desafíos con colegas, y consultar a docentes con quienes mantenemos un vínculo.
En paralelo con la actividad profesional, en la medida de lo posible, buscamos participar en concursos junto a profesionales y estudiantes de arquitectura.
Estas actividades colectivas tienen una estrecha relación con los ámbitos académicos, donde se generan instancias de intercambio y debate, nos ayudan a construir una mirada crítica de la realidad, intercambiar conocimientos y vincularnos con otros profesionales.
—¿Recibís encargos o gestionás tus propios trabajos?
—Desde que decidimos formar un equipo de trabajo y desarrollar la actividad profesional de forma independiente, recibimos encargos particulares. Adoptamos un método de trabajo colaborativo con otros profesionales de múltiples disciplinas que, aunque no forman parte activa del estudio, compartimos proyectos, dirección de obras o la presentación de trámites municipales.
Esta colaboración surge ante la inestabilidad de la demanda de trabajos. En ocasiones estamos a plena capacidad de desarrollo de proyectos, y en otras, la oferta de trabajo disminuye. Nuestra profesión, como muchas otras, depende directamente de la situación social, económica y política del país, que fluctúa con el tiempo. La metodología de trabajo colectiva nos abre puertas, permitiéndonos abarcar la mayoría de los encargos que llegan al estudio.
Además, en tiempos que no tenemos propuestas laborales, recibimos encargos de forma recíproca de colegas con quienes colaboramos. Estas relaciones nos ayudan a mantener un flujo constante de trabajo y a enfrentar mejor los momentos en que no tenemos demanda de tareas profesionales.
—¿Cómo interpretás el rol de los y las profesionales de la arquitectura en la actualidad y a futuro?
—El rol de las y los arquitectos en estos últimos años se viene diversificando cada vez más, y los profesionales nos vamos especializando en diversas temáticas u orientaciones dentro de la profesión.
La evolución del rol profesional va de la mano con los cambios y requerimientos de la sociedad. Los ciclos de avances tecnológicos son cada vez más cortos, los modos de habitar fluctúan y las demandas varían constantemente.
En algunos casos, buscamos alinearnos a lo nuevo, como el uso de herramientas informáticas y tecnologías avanzadas, que transforman y potencian la manera en que conceptualizamos, diseñamos y presentamos nuestros proyectos.
Pero en otras ocasiones, especialmente en cuestiones relacionadas con áreas sociales o culturales, intentamos dar una mirada genuina a cada intervención.
Hoy en día, la cantidad de información que circula relacionada con lo formal, lo funcional, lo tipológico, lo ambiental o la sostenibilidad, entre otros aspectos, implican nuevas exigencias a la hora de pensar un proyecto.
El rol de los y las profesionales de la arquitectura es saber comprender e interpretar las necesidades de cada época, bajo una mirada crítica, para brindar un servicio adaptado a los requerimientos presentes y anticiparse a las necesidades futuras.
En esta etapa inicial de la profesión nos valemos de consejos de colegas e intentamos seguir formándonos, realizando cursos de temas específicos o especialidades».
—¿Cómo concebís, y cómo ponés en práctica, el cruce de la arquitectura con otras disciplinas?
—Cuando iniciamos RIO estudio/taller junto a Matías Montesano y Joao Ferreyra, lo pensamos desde el principio como un espacio multidisciplinar y colaborativo, donde cada uno aportaba su especialidad y conocimientos en áreas como la construcción, la ingeniería civil y la arquitectura.
Nuestro objetivo era crear un espacio de trabajo que nos permitiera resolver problemáticas desde diversos enfoques. Esta metodología nos permitió obtener resultados más completos y nos abrió las puertas para abordar una mayor variedad de proyectos como viviendas individuales y colectivas, plantas industriales o galpones para depósitos.
Con el paso del tiempo, aunque cada uno de los que iniciamos el estudio fue encontrando su propio camino profesional, las bases del estudio se han mantenido.
Hoy en día, seguimos tejiendo redes con otros profesionales como arquitectos, diseñadores de interiores y estudiantes para desarrollar los proyectos con múltiples miradas, experiencias y especialidades.
—¿Qué obstáculos encontrás en el desempeño profesional y cómo considerás se pueden sortear?
—La arquitectura es una profesión muy gratificante cuando se logra el resultado esperado, ya sea un proyecto terminado, una obra construida o una idea innovadora. No obstante, enfrentamos varios obstáculos en el desarrollo profesional, como afrontar procesos o situaciones que no se enseñan en la universidad.
Algunos casos que hemos tenido dificultades fueron la coordinación y dirección de los diversos rubros involucrados en un proyecto o los contratiempos edilicios, reclamos inesperados de vecinos, detalles que no resultan como se pensaron, sobrecostos de obra y otros imprevistos que pueden surgir en cualquier momento. Además, el trato con los clientes también representaba un área desconocida.
Con el tiempo y la experiencia, aprendemos a llevar adelante o superar estos obstáculos y evitamos cometer los mismos errores. En esta etapa inicial de la profesión nos valemos de consejos de colegas e intentamos seguir formándonos, realizando cursos de temas específicos o especialidades.
—¿Qué consejos podrías dar a los y las estudiantes de arquitectura?
—Considero que esta pregunta es más apropiada para un profesional con mayor trayectoria y experiencia. Hasta hace unos años éramos estudiantes, y hoy, como estudio joven, sabemos que aún nos queda mucho camino por recorrer.
En nuestro espacio de trabajo, creemos firmemente en el desarrollo colectivo, promover el intercambio de ideas y trabajando en equipo con arquitectos, diseñadores e ingenieros.
Durante nuestras experiencias, hemos realizado propuestas experimentando formas, técnicas y conceptos arquitectónicos. Sin embargo, muchas veces estas propuestas son rechazadas o no coinciden con las expectativas del cliente.
Actualmente, la arquitectura se ve muy influenciada por imágenes que circulan de manera inconsciente a través de los medios digitales y redes sociales, lo que puede estereotipar la percepción del campo arquitectónico.
Por lo tanto, es muy importante contar con fundamentos sólidos que respalden nuestras propuestas, al mismo tiempo que cumplimos con los requerimientos y deseos del cliente.
Finalmente, aconsejamos trabajar en equipo, fomentar la pluralidad y diversidad de pensamiento, y el intercambio de ideas para lograr mejores resultados de forma colectiva. Al participar en concursos, generamos estos ámbitos que nos permiten aprender, experimentar y explorar nuevas alternativas en formas y tecnologías.
Sin importar el resultado obtenido, estas experiencias nos sirven para debatir ideas, aplicarlas en futuros proyectos y contribuir al entorno en el que nos desenvolvemos.