Voces de nuestra arquitectura emergente: Mariana Trepat

La Gaceta Arquitectura inicia un ciclo de entrevistas a jóvenes referentes de la arquitectura y el urbanismo de la provincia de Santa Fe con el objetivo de difundir sus trabajos y dar a conocer sus experiencias y reflexiones sobre el quehacer profesional. En esta primera entrega, la arquitecta Mariana Trepat, del estudio Loza.

por La Gaceta Arquitectura

La arquitecta Mariana Trepat inaugura un nuevo ciclo de La Gaceta Arquitectura que tiene como objetivo principal difundir el trabajo y el pensamiento de jóvenes referentes de la arquitectura y el urbanismo de nuestra provincia.

El título «Voces de nuestra arquitectura emergente» expresa la intención de este ciclo, que busca que sean los y las protagonistas de esta nueva generación quienes relaten sus experiencias y expresen sus inquietudes y sus visiones en torno al ejercicio profesional.

El plantel de jóvenes profesionales sub-36 que participan de la Muestra Argentina de Arquitectura y Paisajismo Emergente (MAAPE), que el Colegio de Arquitectura y Urbanismo de la Provincia de Santa Fe (CAUPSF) inauguró este mes en Rosario y que ya comienza a itinerar por los restantes distritos, es representativo de este segmento. Por lo tanto, aparece como más que oportuno comenzar a recoger de allí las primeras «Voces de nuestra arquitectura emergente».

Mariana Trepat es rosarina, tiene 35 años, y es egresada de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño (FAPyD) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Al momento de definir su presente como profesional y responder el cuestionario, subraya el contexto en el que transita su camino profesional: «Soy integrante de Loza, un estudio formado por jóvenes profesionales dedicados a desarrollar, proyectar y construir arquitectura», dice.

—¿Cómo viviste el paso de lo académico a lo profesional? ¿Qué diferencias encontraste entre esos dos ámbitos?

—En mi caso, el traspaso de lo académico a lo profesional lo realicé una vez recibida. Me incorporé a Loza en los inicios del estudio y, desde entonces, mi desempeño profesional fue variado. Realicé remodelaciones, ampliaciones, viviendas unifamiliares y conjuntos de viviendas.

La diferencia más marcada que evidencié fue el paso del proyecto a la materialización de la obra, dado que la responsabilidad de dirigirla y las limitaciones reales que este proceso conlleva, no es abarcado en el ámbito académico.

—¿Recibís encargos o gestionás tus propios trabajos?

—En Loza trabajamos de ambas formas: recibimos encargos de diversos clientes, pero también desarrollamos y construimos nuestros propios proyectos.

El rol de desarrollador nos permite incorporar el programa a nuestro ámbito profesional, tomando un rol crítico y propositivo, construyendo nuestras propias demandas y decidiendo sobre las necesidades particulares de cada caso, pensando más allá de las peticiones estandarizadas por las convenciones del mercado.

—¿Cómo interpretás el rol de los y las profesionales de la arquitectura en la actualidad y a futuro?

—Considero que el papel de los y las arquitectas es cada vez más ambiguo. Los límites y los alcances de la profesión se redefinen. El rol del arquitecto como figura única, masculina y exitosa queda interpelado por el desarrollo en conjunto, horizontal e interdisciplinar.

Nuestro rol es encontrar las potencialidades urbanas e interpretarlas para relacionarnos armoniosamente con lo hecho, careciendo de sentido fuera del entorno donde se inserta, logrando una arquitectura adaptable y receptiva a las transformaciones culturales, sociales y económicas.

A futuro, considero que el rol de los profesionales de la arquitectura va tomar un carácter más autogestivo, y el desafío radicará en la preparación constante para seguir siendo relevantes.

—¿Cómo concebís, y cómo ponés en práctica, el cruce de la arquitectura con otras disciplinas?

—En Loza consideramos que, cuanto más interdisciplinario es el proceso proyectual y constructivo, más enriquecedora es la experiencia. El cruce con otras disciplinas nos permite explorar diversos enfoques.

Entendemos a la profesión como un oficio en el cual interactuamos con todos los intervinientes de la obra. Es por eso que en el estudio trabajamos con paisajistas, renderistas, diseñadores, fotógrafos, etc.

Notamos, como rasgo distintivo de la actualidad, la colaboración entre estudios de arquitectura. En nuestro caso en particular, proyectamos en conjunto con el arquitecto Gerardo Caballero un edificio en Balcarce 840 y producimos la experiencia multisensorial Simbiosis junto al estudio Acoople.

—¿Qué obstáculos encontrás en el desempeño profesional y cómo considerás se pueden sortear?

—Nuestra profesión se desarrolla, y está directamente conectada, con el contexto socio-económico. Por lo tanto, la inestabilidad económica que atravesamos es un gran obstáculo, sumado a la informalidad de muchos de los rubros intervinientes.

Notamos la desvalorización del papel profesional, por lo cual, desde el estudio trabajamos para poner en valor el rol del arquitecto como proyectista y conductor.

—¿Qué consejos podrías dar a los y las estudiantes de arquitectura?

—Permitirse explorar las ramas de la arquitectura y descubrir en el transitar universitario la amplitud de la profesión. También, valorar la posibilidad que nos permite el ámbito académico de pensar la arquitectura en todas sus escalas, ya que en la práctica profesional los encargos son más acotados.