Tratamiento acústico: controlar el sonido para mejorar el confort ambiental

La Gaceta dialogó con Pablo Miechi, ingeniero electrónico y docente especializado en Acústica Arquitectónica y Medioambiental. En esta entrevista nos explica en qué consiste su trabajo como consultor acústico. Qué detalles se deben tener en cuenta desde el anteproyecto de una obra para disminuir el ruido molesto y optimizar la sonoridad de los ambientes y qué recursos existen.

por La Gaceta

El control sonoro de los ambientes es uno de los puntos clave que los y las profesionales de la arquitectura deben abordar con especial interés e incluir en la etapa proyectual para asegurar el confort en los espacios. La calidad del sonido de un ambiente influye más de lo que suponemos en nuestra calidad de vida, y el abordaje de un diseño acústico que resulte efectivo no es tarea sencilla ya que intervienen diversos factores que van desde las condiciones ambientales del exterior hasta las características constructivas de los espacios interiores. 

Un punto de partida para el abordar la arquitectura desde lo acústico es familiarizarse con los conceptos de “insonorización”, que refiere a la búsqueda por reducir el nivel de ruido de un ambiente; y “tratamiento acústico”, donde se busca mejorar la calidad sonora de un espacio. 

Aunque estas intervenciones se suelen asociar con el acondicionamiento de estudios de grabación musical o salas de ensayo -donde es más común su requerimiento-, en los últimos años creció mucho la demanda para espacios arquitectónicos institucionales, empresariales y hasta residenciales. 

Consultores acústicos es un emprendimiento rosarino que provee servicios para el estudio y diseño de soluciones para el control de ruido en el hogar, la industria y otras actividades comerciales. 

“Cuando las condiciones acústicas de un espacio (bar, sala de espera, local comercial, etc.) constituyen un factor determinante para asegurar el confort y evitar molestias a otras personas, es necesario aplicar una evaluación global de las condiciones acústicas para obtener una solución adecuada”, explican, a modo de presentación, en su página web.

Con personal dedicado a las distintas especialidades, Consultores Acústicos realiza las mediciones acústicas necesarias para poder implementar la mejor solución ante un problema de aislamiento o acondicionamiento en un espacio. 

La Gaceta dialogó con Pablo Miechi, uno de los profesionales a cargo de este emprendimiento. Este ingeniero electrónico que cuenta con un Master en Acústica Arquitectónica y Medioambiental y da clases de Tecnologías aplicadas al arte sonoro en la Escuela de Música de la UNR, brindó un panorama sobre el rol de un asesor acústico en el ámbito de la arquitectura y mencionó algunos de los dispositivos disponibles para conseguir un confort ambiental.

—¿Qué ventajas concretas aporta la entrada de un asesor acústico en el anteproyecto de una obra, y no cuando ésta ya está construida?

—En principio ayuda a establecer cuestiones básicas como la distribución de los espacios. El arquitecto piensa en la espacialidad, cómo usa los espacios en base a la circulación de las personas, por ejemplo, pero no piensa en eso con el factor acústico. Entonces pone una sala que es sensible desde el punto de vista acústico y al lado una sala de máquina, o plantea una sala de reuniones y al lado hay un equipo de aire acondicionado metiendo ruido. Si eso ya está así construido, hacemos un tratamiento acústico. Pero si eso se hubiera incluido en el proyecto, se ahorraba plata y trabajo ubicando estratégicamente los espacios, pensando de antemano en lo acústico. Tanto con el aislamiento sonoro como con la acustización, el tratamiento temprano, a nivel del proyecto, ayuda mucho en el ahorro económico.

Yo en un ambiente puedo querer aislarme de lo que se escucha afuera, y si pongo paneles acústicos, indirectamente estoy ayudando, pero no es la solución. La solución sería que la pared y la puerta sean pesadas, por ejemplo. 

En un bar con música en vivo, me ha pasado que el dueño me llama y me dice que quiere hacer recitales pero sin molestar a los vecinos. Cuando me cuenta que el proyecto ya está terminado, ya se que lo que se pueda hacer allí, no va a ser satisfactorio porque los problemas de aislamiento son estructurales. Por eso, en la etapa del anteproyecto tiene que entrar el asesor acústico. Y eso es algo que no está muy instalado acá.

Yo trabajo con empresas constructoras, ingenieros o arquitectos que ya me conocen y me llaman antes, pero la mayoría me llama cuando todo ya está empezado. En el ochenta por ciento de los casos es así. Y siempre resulta más costoso y no llegas al resultado óptimo. A veces la solución es volver a hacer de nuevo una pared. 

Los materiales constructivos livianos dan buena prestación acústica siempre y cuando estén bien ejecutados».

—¿Desde lo académico se podría hacer un aporte a ese punto?

—En la carrera de Arquitectura los alumnos tienen una primera orientación sobre la acústica en Física 1, pero es a un nivel muy temprano, y cuando avanzan en los años, esos conceptos quedan muy lejanos y no lo suelen tener presente. Nosotros necesitamos que los profesionales diseñen y proyecten sabiendo que tienen que pensar de antemano en la acústica de esos espacios. Porque es muy común que nos llamen en la etapa en la que ya está el diseño cerrado. 

—¿Los materiales constructivos tradicionales aportan una mejor calidad acústica comparados con los nuevos, que son más livianos?

—Sí. Tenían mejor acústica. Porque el aislamiento acústico es algo físico, y lo único que me aísla el ruido es algo pesado, algo que tenga masa. Hoy se construye con materiales livianos: ladrillos de HCCA, placas de roca de yeso, etc. Ninguno de esos elementos ayuda a la cuestión de la masa. Por ende, debilitan el elemento acústico. Esto no quiere decir que sean malos, porque un sistema bien ejecutado con placa de yeso puede tener buen aislamiento, pero tiene que ser ejecutado con un concepto acústico.

Es decir, siempre se requiere mano de obra calificada para obtener buenos resultados. Acá en Rosario, al steel framing lo arman sin mucho protocolo. Nunca vi una obra trabajada al nivel que se hace en Estados Unidos, por ejemplo. Yo sigo prefiriendo las tecnologías viejas: los ladrillos, la losa y el revoque. Porque se que es algo que va a funcionar y ofrecen un menor margen de error en su ejecución. 

Los materiales constructivos livianos dan buena prestación acústica siempre y cuando estén bien ejecutados. En España están estandarizados los procedimientos para, por ejemplo, poner una pared entre una sala de máquinas del ascensor y el dormitorio del vecino de al lado. Hay un inspector que verifica ese trabajo y en el final de obra se hacen mediciones acústicas. Si no se respeta un determinado parámetro no dan el final de obra. 

Las soluciones para muchos casos son estructurales, y deberían resolverse antes de proyectar la obra».

—¿La etapa de ejecución de la obra es una instancia clave para la acustización?

—Sí. Inclusive nosotros tuvimos experiencia en una cerealera a la que le diseñamos dos salas donde están los operarios. Las dos salas eran iguales, pero fueron construidas por distintas empresas. Una funcionó bien y la otra, no. Es notable porque se trató del mismo proyecto, con los mismos materiales, pero ejecutados por distintas empresas. Los resultados son totalmente distintos cuando los procedimientos no son correctos. 

—Las instituciones y empresas reservan un espacio generoso para las salas de conferencias y auditorios. Y aunque invierten en tecnología audiovisual, el ambiente no siempre termina cumpliendo con buenas condiciones acústicas. ¿Hay una tendencia por mejorar ese aspecto?

—Sí. Generalmente el proyectista o diseñador tiene en mente que va a hacer una sala que va a estar destinada a ese fin, y lo piensa en ese sentido. Aunque eso no significa que salga bien. Hoy en las empresas hay una tendencia que se observa mucho en los espacios de trabajo, que apuestan por oficinas de planta abierta.

Esto es algo que comenzó en Estados Unidos en los años 80 y ahora se está usando mucho acá, sobre todo en la zona de Puerto Norte. El problema es que ahí ponen una sala a 50 personas trabajando sin divisorios, todos juntos. Esos espacios necesitan mucho trabajo de acústica, casi tanto como un auditorio. 

Observamos que, de a poco, se están dando cuenta a partir del reclamo de los empleados que les dicen que no pueden hablar por teléfono, por ejemplo. Es que, si todos hablan al mismo tiempo, no se puede oír nada, la convivencia es caótica. 

—¿Y en esos casos qué soluciones hay?

—Eso tiene solución, y es algo muy sencillo. Se hace un control de la energía acústica, el tiempo de reverberación de la sala. Controlando el tiempo de reverberación de la sala, controlamos la energía acústica que se acumula, y eso ayuda a bajar el ruido de fondo. Esto me obliga a tener que hablar a un nivel más bajo. Eso es lo mismo que pasa en los restaurantes, que si hay mucho ruido en el ambiente yo hablo más fuerte y el de al lado también, y así contribuimos al bullicio general. Si eso está controlado acústicamente, todos hablamos a un nivel normal y no nos descontrolamos. 

La idea es que el cliente no piense solo en el factor acústico porque va a hacer una sala especial de sonido. Hoy se usa mucho la oficina de planta abierta y lo que es oficina lo separan con un cubículo vidriado. Visualmente da espacialidad. Pero en esas oficinas no hay privacidad desde el punto de vista auditivo. El vidrio debe estar correctamente seleccionado, porque sino, se escucha todo. Me llaman y ya está todo ejecutado. Lo que había que hacer es cambiar vidrios que van del piso al techo, que cuestan fortuna. 

—¿Cuáles son sus principales clientes? 

—Tenemos de todo. Trabajamos con muchas obras de oficinas, estudios de grabación,bares y auditorios. Ahora estoy haciendo un proyecto para John Deere. Hubo un aumento de demanda por parte de estudios de grabación pequeños porque mucha gente está trabajando en su casa. Eso tiene que ver con que las tecnologías para realizar producciones audiovisuales son más accesibles que antes, hay más tecnología disponible, más allá de su precio. Entonces, muchos músicos o productores arman su propia sala y me llaman para que se las acondicione. 

—¿Y tienen demanda por parte de domicilios particulares?

En casas particulares tengo clientes, muchos en barrios privados, que quieren construir una sala de ensayo, o montar un home theater. Hoy la mayoría de las aberturas modernas, el DVH y todas esas tecnologías, ayudan a mejorar la parte acústica, pero surgen muchas quejas por molestias de ruidos de los vecinos. Tenemos demanda por parte de vecinos de edificios. Por ejemplo, la molestia por los ruidos de los pasos del vecino de arriba se conoce como ruido de impacto. En eso hay algo de culpa por el alivianado de las estructuras. Las losas huecas no ayudan al aislamiento acústico. Existen buenos materiales como los pisos técnicos, pisos flotantes, que ayudan a reducir esos problemas, pero no todos lo aplican. Un edificio de alta gama seguramente cuenta con un piso con una capa que lo desvincula. Es necesario agregar, además de la terminación del piso, un manto elástico para desvincularlo. En Europa está bastante estandarizado eso de aplicar una desvinculación mecánica. 

—¿Y qué dispositivos suelen usar para el acondicionamiento acústico?

Si el concepto de la obra es hormigón visto y vidrio, ya sabemos que puede funcionar bien en los aspectos térmicos, pero acústicamente no ayuda mucho. Entonces, en esos casos, tenemos que implementar parches para mejorar las condiciones. Magia, no se puede hacer. 

Nosotros solemos ser convocados para problemas calientes, para casos críticos. Pasa mucho en bares, plantas industriales donde se dan capacitaciones, en oficinas con muchas personas conviviendo. La solución ahí ya no es poner un panel sino intervenir el techo y la pared. 

Es decir, no se trata de poner una cortina o un elemento colgado. Las soluciones para esos casos son estructurales, y debían resolverse antes de proyectar la obra. Esa es una de las cosas en las que habría que evolucionar: entrar a tiempo en los proyectos para que el impacto después sea mejor desde lo económico y desde lo funcional. Influye la estética, la funcionalidad y lo económico. 

Por lo general, la persona que nos contrata tiene cierto dinero destinado a esa inversión. Es decir, lo tiene previsto dentro del paquete de la construcción. En muchas oportunidades nos encontramos con elementos que no van y tenemos que aplicar el ingenio para ver cómo disfrazamos algún elemento, a veces tapándolo con otra cosa para cuidar la estética del ambiente. 

En lo que es acondicionamiento acústico estamos trabajando con los “pet acoustic panel”, un material relativamente nuevo que es una felpa a base de fibra de polietileno que, en mayor parte, está hecho con botellas recicladas. 

Este es un material que está muy bueno porque resuelve muchos aspectos: funciona muy bien acústicamente porque es absorbente, estéticamente es lindo, y hay variedad de colores. Y a eso hay que sumarle que, conceptualmente, se vuelve más amigable con la arquitectura actual en términos de cuidado medioambiental y sustentabilidad. 

Y las posibilidades que ofrecen son muchas: se pueden pegar en una pared, colgar del cielorraso como bafles, o como si fueran nubes suspendidas. Los estamos usando mucho para acondicionar oficinas y bares. 

Pablo Miechi, ingeniero electrónico