Territorio y soberanía: río de oportunidades o embudo de dependencia

El sábado pasado, Rosario fue sede del Primer Encuentro Federal por la Soberanía, un evento que reunió a referentes sociales, políticos y científicos de todo el país a debatir y compartir experiencias sobre los distintos frentes (entre ellos el enclave territorial de la zona portuaria) en los que hay que poner en agenda la lucha contra la dependencia. La Gaceta dialogó con dos referentes del Foro por la Recuperación del Paraná, el espacio que organizó este encuentro.
Fotografía: Marcelo Manera / La Nación

por La Gaceta

La soberanía nacional se disputa en varios frentes. Considerarla ajena al interés de los y las profesionales de la arquitectura y el urbanismo es desconocer la dimensión de este término y negar al profesional como ciudadano, como sujeto histórico y social.

La semana pasada, el arquitecto Javier Corizzo visitó el Colegio de Arquitectura y Urbanismo de Rosario (CAU D2) junto a Luciano Orellano, autor de los libros «La Argentina sangra por las barrancas del río Paraná» y «Crónicas soberanas» e investigador del Foro por la Recuperación del Paraná.

Este espacio de reciente creación realizó el año pasado una manifestación frente a la Bolsa de Comercio de Rosario que logró poner en agenda la discusión por la soberanía de nuestros puertos, un hecho que contribuyó a la conformación del Consejo Federal por la Hidrovía.

En vísperas de un nuevo aniversario de dos referencias emancipatorias como son el nacimiento de Manuel Belgrano y la Batalla de Punta Quebracho (una gesta muy poco evocada que fue librada en 1846 contra las tropas anglo-francesas en las barrancas de lo que hoy conocemos como Puerto General San Martín), Rosario fue sede de un inédito evento que volvió a poner en agenda a la soberanía. Se trata del Primer Encuentro Federal por la Soberanía, que se llevó a cabo el pasado sábado 3 de junio en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR.

Promovido por el foro en el que participan Orellano y Corizzo, el encuentro reunió a referentes sociales, políticos, sindicales, y científicos de distintos puntos del país que analizaron, debatieron y compartieron sus producciones y sus experiencias en relación a la lucha contra la entrega de nuestra soberanía en distintas áreas.

En diálogo con La Gaceta, ambos referentes brindaron un panorama sobre el contexto en el que se da este encuentro y compartieron sus visiones sobre la necesidad de poner en valor el concepto de recuperación de la soberanía desde un enclave territorial como Rosario. El diálogo se inició con el arquitecto Corizzo:

—¿Cómo entendés la incumbencia de la arquitectura y el urbanismo en cuestiones vinculadas a la falta de soberanía?

—Creo que el problema de la falta de soberanía no se resuelve desde la arquitectura, pero es un condicionamiento al momento de desarrollar nuestra profesión, porque explica cómo se ordenaron y planificaron nuestras ciudades, y nuestras formas de vivirlas. Por lo tanto, la discusión sobre la soberanía es, para la arquitectura y el urbanismo, un tema fundamental. 

Desde el punto de vista de la planificación, el problema de las ciudades superpobladas -en particular, el fenómeno de la migración del campo a la ciudad- no puede entenderse en forma completa sin considerar al modelo agroexportador, ya que extiende la frontera agrícola y expulsa a la gente de los campos y de los pueblos más pequeños. Toda esa gente emigra a las ciudades y se generan dificultades propias de la superpoblación como son la falta de infraestructura y de trabajo, entre otras. 

Abrirse al río es desocultar esos grandes monstruos que están en nuestra ribera: Terminal 6, COFCO, Minera Alumbrera, Renova, Vicentín, Dreyfus, Cargill».

Ese modelo es constitutivo de una ciudad como Rosario, con una zona abierta al río y a la especulación inmobiliaria. Esas grandes torres, esa arquitectura sin usuarios, son resultado de la propia especulación inmobiliaria que construye esos espacios que son una herramienta del blanqueo de capitales de todo el andamiaje de la exportación de los puertos de la zona. 

Esa Rosario entra en un fuerte contraste con la falta de infraestructura y con las distintas problemáticas que hay en las zonas periféricas, que es donde vive el grueso de la gente que trabaja todos los días. Esa es una de las aristas para entender de qué forma el modelo productivo agroexportador, sin desarrollo industrial, incide sobre la ciudad en la que vivimos. 

—En el libro se advierte que es necesario dar a conocer con mayor énfasis la centralidad que tiene el río Paraná en este modelo…

—Es que, cuando decimos que Rosario se abrió al río, en realidad, lo que se abrió es una parte muy pequeña, que es la destinada al disfrute recreativo. Y eso está perfecto, porque es necesario. Pero ese contacto, esa visión que tenemos, no permite llegar a conocerlo en su verdadera dimensión, que es lo que explica que la zona de Rosario ocupe un lugar estratégico en la geopolítica.

El río es, también, un inmenso canal por donde se van nuestras riquezas, con puertos casi ocultos para la gran mayoría, que no sabe quiénes lo gerencian».

Si vamos con una embarcación por el Paraná desde Rosario hasta Timbúes, que es donde se reciben los buques de gran calado, veremos la verdadera dimensión e importancia del río. Abrirse al río es desocultar esos grandes monstruos que están en nuestra ribera: Terminal 6, COFCO, Minera Alumbrera, Renova, Vicentín, Dreyfus, Cargill. Cuando los ves desde el río, esas empresas parecen edificios interminables, con una continuidad en toda la costa. 

Tenemos un canal natural que pasa en una zona de barranca, lo que hace que sean puertos naturales que, con la tecnología y los dragados, se perfeccionen como tales. Y esas características naturales de Rosario permiten que se convierta hoy en el embudo de la dependencia de América Latina.

Hay un río Paraná al que accedemos cuando lo disfrutamos mirándolo, usando sus playas, yendo a pescar, o navegando por sus aguas. Pero ese mismo río es, también, un inmenso canal por donde se van nuestras riquezas, con puertos casi ocultos para la gran mayoría, que no sabe quiénes lo gerencian. Y eso es una parte fundamental de la estructura económica de nuestra ciudad.

—¿Considerás que es un paso adelante en ese desocultamiento la discusión que se dio en torno al manejo de la llamada hidrovía?

—Sí. Una de las grandes victorias sobre cómo se instaló en la agenda el tema de la soberabía fue lograr la conformación del Consejo Federal por la Hidrovía, que consiguió que no se vuelva a hacer la nueva licitación sobre la navegación. Es decir; concluyó la licitación y, de momento, la está gerenciando el Estado. 

Los que dicen que la hidrovía tiene que estar una empresa extranjera que haga el dragado y cobre el peaje es una mentira total, porque ahora se comprueba que, con el manejo estatal, igual existe un superávit. 

El Estado tiene las herramientas para hacer ese trabajo e, incluso, lograr que sea superavitario. Por lo tanto, eso es algo para destacar frente ese planteo cargado de escepticismo que sostiene que todo lo que se hace acá no sirve. Es una demostración  de nuestro potencial. 

«No solo denunciamos, sino que proponemos«

Luciano Orellano comenzó su charla con La Gaceta explicando el sentido de su último libro para explayarse, luego, sobre los distintos frentes en los que se debe dar la lucha por la soberanía y lo que ésto implica:

«Crónicas Soberanas es una construcción colectiva de casi 500 páginas. Y el papá de este libro es Argentina sangra por la barranca del Río Paraná, que trasciende la Argentina. La Cuenca del Plata, que es una unidad territorial de 3.170.000 mil kilómetros cuadrados, es un territorio que involucra el tercer acuífero Guaraní. De aquí sale lo que cubre el 40 por ciento del déficit en materia de proteínas del planeta.

La cuenca del plata tiene un saldo exportable de 210 millones toneladas de soja, que es la proteína del siglo 21. El mundo tiene un comercio de 515 millones de toneladas, y de aquí salen 150 millones, para cubrir la seguridad alimentaria del mundo.

Ésto, en un nuevo mundo que está en guerra, y con una perspectiva de guerra global por el reparto en el mundo de los alimentos. Toda la política internacional está presidida de ese nuevo reparto en un mundo en guerra. Vaca Muerta, el litio y el agua se convierten en un arma. Ningún fenómeno se puede entender sin comprender qué lugar ocupa la Argentina en este nuevo escenario. De esto trata el libro, un abordaje integral de la soberanía.

Por cada tonelada que Argentina le exporta a China recibe 15 toneladas de productos industriales».

—¿Podrías ampliar el concepto de que Argentina sangra por las barrancas del río Paraná?

—La soberanía nacional ha tocado fondo, y necesita una revisión integral de cualquier orden de carácter estratégico como lo plantearon los patriotas de Mayo. Porque en cualquier eslabón (pesquero, flota, flota mercante, defensa) reina soberano el capital extranjero. Entonces, tenemos que recuperar lo nuestro.

Decimos que Argentina sangra por las barrancas del río Paraná porque en nuestra cuenca nunca fluyeron tanto los manantiales de la riqueza. Acá estamos frente al río que queremos y amamos. Y es el río por el que entran 6 mil buques. Rosario es el embudo de América del Sur.

Aquí tenemos 38 puertos, 23 fábricas aceiteras. Circulan 127 millones de toneladas anuales por este río, llegan 2500 camiones, 250 mil vagones en formaciones de trenes que entran hasta los puertos, 2400 barcazas. Es una interpelación a los argentinos y a América del Sur: nunca hubo tanto trigo, nunca tanta carne, nunca tanta leche, tanta soja, tanta madera, nunca fluyeron tanto los manantiales de la riqueza.

Pero lejos de igualar, esta situación nos desiguala. Y ésa es la interpelación, porque en el medio está la pérdida, la declinación de la soberanía. No tenemos soberanía sobre el comercio, porque el comercio está en manos de empresas extranjeras. Vemos barcos, pero no tenemos soberanía porque no tenemos flota.

Y la soberanía no se proclama. La soberanía se realiza, se ejerce. No podemos ejercer la soberanía sobre el río en materia de flota y de flete porque no tenemos barcos, y no tenemos industria naval. No podemos ejercer la soberanía en la planificación de la Argentina porque estamos bajo estrangulamiento. 

Qué lugar ocupamos en el mundo y cómo nos integramos debe ser nuestro lema. Si el esquema es unilateral y de exportación, y si encima está en manos de extranjeras, quedamos esclavos de ese modelo. Si nosotros tenemos un modelo de mercado interno, de economía de desarrollo regional, es otra cosa. Control de la banca, del comercio, democratizar la tierra; necesitamos tener una política que se integre al mercado mundial de otra manera.

Es necesario preguntarnos por qué no podemos producir y exportar productos industriales. Por cada tonelada que Argentina le exporta a China recibe 15 toneladas de productos industriales. Nos inundan con productos. Cuando acá en Rosario vemos esos barcos que llegan, tenemos que pensar que ahí estamos importando miles y miles de horas de trabajo, estamos importando desocupación en nuestro país.