Canela: lo privado también es político

En esta nota, la arquitecta Ana Rodríguez, de la Comisión de DDHH del CAUD2, nos comparte una reflexión sobre la nueva jornada del ciclo CineArq, que contó con la proyección de la película "Canela, solo se vive dos veces" y tuvo a su protagonista, la arquitecta Canela Grandi, a cargo del conversatorio posterior. "Canela investiga y enseña la arquitectura de Wright y la arquitectura orgánica porque considera necesario proyectar el espacio y no las funciones. Cuestiona el racionalismo no sólo en la arquitectura sino en todos los aspectos de la vida", dice.

En el marco del ciclo «CineArq» que llevan adelante la comisión de Derechos Humanos y el Área Cultura del CAUD2, Rosario, el martes 14 de mayo se exhibió en el auditorio del Colegio la película «Canela, solo se vive dos veces», dirigida por Cecilia Del Valle.

Con el foco en la historia personal y la vida cotidiana de la arquitecta Canela Grandi, este documental evita los clichés y la solemnidad típica de lo «testimonial» para contar, de una forma luminosa, la transición de Ayax (esposo y padre de 48 años) a Canela y compartir momentos de su vida personal y profesional.

Al término de la proyección de la película, la propia Canela Grandi participó de un conversatorio. «Como si se tratara de La Rosa Púrpura del Cairo, Canela salió de la película, y este segundo martes del mes tuvimos la suerte de conversar con ella y hablamos más de todos sus intereses y menos de su transformación», analiza la arquitecta y miembro de la Comisión de DDHH del CAUD2 Ana Rodríguez, en este texto que La Gaceta publica a continuación.

por Arq. Ana Rodríguez*

Ayax, hijo, padre de familia, estudioso de Wright, docente de arquitectura, un arquitecto. Tiene una segunda vida -temporal, no escondida- que lo transforma en Canela. Y sigue siendo hija, padre de familia, estudiosa de Wright, docente de arquitectura, una arquitecta.

Me recuerda a ese fragmento de un libro olvidado de Lacan en el cual dos niños sentados en el vagón de un tren parado ahora en una estación juegan a leer los carteles y ven dos. Uno dice: «Estamos en DAMAS», y el otro: «No, en CABALLEROS». Se crea entonces una discusión sobre el nombre del pueblo en que el tren se detuvo. Cualquiera de nosotros puede reírse del equívoco. 

Me pregunto por qué motivo vemos a Canela solo como travesti hormonada y la asociamos a un colectivo aunque pertenezca a muchos. ¿Por qué no reírnos de nuestra visión binaria de la vida? ¿Cuándo es que tendremos el coraje para transformarnos y cambiar la lente que nos condiciona? 

Una docente que valora el amor de sus estudiantes por lo que aprenden con ella, se pregunta por qué nuestras ciudades se pueblan de innecesarios edificios de 20 pisos y se derriban casas con espacios infinitamente más vivibles.

Investiga y enseña la arquitectura de Wright y la arquitectura orgánica porque considera necesario proyectar el espacio y no las funciones. Cuestiona el racionalismo no sólo en la arquitectura sino en todos los aspectos de la vida. 

Llega a la política y se pregunta porqué un político que en la gestión pública decide sus acciones por su interés económico, por el poder o por ser amado viene considerado corrupto y no se juzga con la misma vara a un arquitecto. 

Como si se tratara de La Rosa Púrpura del Cairo, Canela salió de la película, y este segundo martes del mes tuvimos la suerte de conversar con ella y hablamos más de todos sus intereses y menos de su transformación. 

De todos modos, quienes asistimos fuimos sorprendidos por ese cambio contado con toda la real naturalidad que la película logra expresar. Una ficción en la que los protagonistas no son actores profesionales y están allí con Canela actuando de sí mismos con algunas adaptaciones requeridas por el guión. 

Quedaron seguramente muchas preguntas para hacerle y opiniones suyas que nos interesan. Una pequeña curiosidad sería sobre lo que piensa del motivo por el cual las obras de Frank Lloyd Wright son algunas de las más citadas en el cine. 

En Blade Runner, por ejemplo, la ENNIS’ house fue reproducida para las escenas en la residencia del cazador de replicantes. Allí podemos ver la ornamentación de los bloques inspirada en los relieves geométricos de los edificios mayas en Uxmal, México.

Wright, un carácter y una formación que pertenecían más al siglo XIX, tuvo una proyección en el siglo XX hacia la arquitectura orgánica no reconocida en su época, una posición no alineada a la arquitectura moderna se transforma en recurso escenográfico para la ciencia ficción.

The Fountainhead, El manantial, es una película de 1949 basada en la novela escrita por Ayn Rand en 1943. Ella escribió también el guión y, aunque no fue posible,  su deseo era que los diseños arquitectónicos que aparecen en la película fueran hechos por Frank Lloyd Wright, el arquitecto real que inspira parcialmente al arquitecto de ficción, Howard Roark.

Quienes no estuvieron pueden ver la película en sus casas. Claramente no es lo mismo en CineArq donde compartimos muchos modos de verla. 

A veces, el cine es como un libro; se abre señalando un camino diferente y es posible imaginarlo.

*La Arq. Ana Rodríguez (autora de esta nota) integra la Comisión de Derechos Humanos del Colegio de Arquitectura y Urbanismo Distrito 2, Rosario (CAUD2).