Mesa G: diseño y economía de recursos en una pieza con proyección

Matías Tisera y Federico Devigil, dos estudiantes que cursan el tercer año de Arquitectura de la FAPyD (UNR) diseñaron y construyeron una mesa hexagonal a partir de una placa de fenólico. La pieza surgió de una consigna del Taller de Análisis Proyectual II de la Cátedra Carabajal, y reúne una serie de cualidades que auguran un buen futuro para su desarrollo: es desmontable, sus piezas se encastran (sin requerir clavos ni encolado), es liviana, económica, ecológica y fácil de trasladar.

por La Gaceta

La consigna que el grupo docente del Taller de Análisis Proyectual II de la cátedra de Gustavo Carabajal de la Facultad de Arquitectura de la UNR dio a los y las estudiantes de tercer año fue clara y precisa: “Diseñar una mesa de dimensiones libres, proyectada en madera como material principal excluyente”.

El objetivo apuntaba, entre otras cosas, a poner en práctica conocimientos y habilidades adquiridas a partir del diseño de un mueble conocido y cotidiano, reflexionar sobre la relación entre forma y función, sobre el rol del material y las técnicas constructivas y analizar la ergometría y su funcionalidad.

Entre los trabajos presentados, se destacó una mesa que por estos días se exhibe en la sede del Colegio de Arquitectura y Urbanismo de Rosario (CAU D2), donde capta la atención de las personas que visitan el lugar. Se trata de la «Mesa G», diseñada y construida por los alumnos Federico Devigili y Matías Tisera, quienes al momento de enumerar sus atributos mencionan que es «ecológica, encastrable, ergonómica, ligera y modular», y destacan que fue desarrollada a través de un enfoque «sustentable y práctico».

Todas las piezas que componen esta mesa son creadas a partir de un tablero de fenólico multilaminado de 18 milímetros de espesor , ensamblada con encastres y sin ningún tipo de tornillería, lo que permite un montaje fácil y rápido.

Su forma hexagonal facilita la comunicación entre las personas que la ocupan, además de presentar la posibilidad de ser adaptable a otros módulos de mesas, un detalle que proporciona flexibilidad. «Esta mesa es una excelente opción para espacios conscientes del medio ambiente, combinando funcionalidad, diseño y sostenibilidad», apuntan sus creadores.

La semana pasada, Matías y Federico visitaron la sede del Colegio acompañados de la arquitecta María González Spangenberg, docente del Taller de Análisis Proyectual II. Previo al montaje de la mesa y la exhibición de la maqueta en el Espacio Cultura CAU D2, dialogaron con La Gaceta.

—¿Cuál fue el punto de partida para el diseño de la Mesa G?

—Federico Devigili: A partir de este ejercicio que nos dieron como consigna en el taller, la idea que tomamos fue la de trabajar sobre la mesa buscando que solucione el inconveniente que tenemos en cuanto a la disposición de los alumnos y el docente al momento de corregir una lámina, por ejemplo.

Matías Tisera: Le dimos una forma hexagonal a la mesa para que el profesor pueda ubicarse en uno de los lados y los alumnos en los restantes. Esto ayudó a mejorar ese obstáculo.

F.D: La idea era hacer que a la mesa que ya está en el taller, que es lineal, se le pudiera anexar un hexágono a la punta para poder trabajar y corregir en ese hexágono. En principio, quisimos que encastre con la mesa del taller y que sólo necesite de dos patas. Pero después, eso fue cambiando porque los tablones del taller no eran todos regulares.

M.T: Conseguimos que la mesa funcione como una unidad, con criterios ecológicos, siendo económica y muy simple. Y un detalle importante es que puede transportarse con mucha facilidad. Desmontada ocupa pocos centímetros de ancho y es muy liviana para cargar. 

—¿A través del proceso de proyectar y construir, pudieron comprender desde la práctica los múltiples aspectos que deben considerarse en el diseño de una pieza de mobiliario?

—M.T: Sí. Y nos resultó muy valiosa la creación de la maqueta. Empezamos a trabajar con la maqueta antes de este diseño final, y ahí ya veíamos algunas falencias que luego fuimos corrigiendo. Es todo un proceso en el que vas viendo la evolución. Hicimos el modelado digital, y después, cuando construimos la mesa nos sorprendió estar viendo la maqueta pero a una escala más grande. Nos llamó la atención observar que todos los movimientos y comportamientos de la estructura que aparecían en la maqueta, también estaban en la mesa.

—¿Qué cualidades destacan de esta mesa en cuanto a su materialidad y su forma?

—F.D: La mesa está hecha con una placa de fenólico de araucaria. Logramos que se puedan sacar todas las piezas para montar la mesa utilizando una sola placa de fenólico. No tiene cola ni tornillería; se arma todo con encastres. La placa está cortada con una fresa CNC, y los encastres hembra tienen la misma medida que el espesor del canto. 

M.T: Su forma hexagonal permite combinarla con otras similares para generar varias unidades y conseguir distintas posibilidades de organización. Se pueden armar de forma lineal, semicircular, y de muchas otras. Otro detalle es que en el centro hicimos un hueco triangular para que puedan pasar los cables de los dispositivos tecnológicos que se usen. Y lo más importante creo que es que buscamos la simpleza y la economía. Son nada más que siete piezas y se monta con mucha facilidad.

—¿Qué futuro imaginan para la Mesa G?
F.D: Proyectándola nos empezamos a dar cuenta de que esto podía convertirse en un negocio. Incluso nos interesó tanto la experiencia que en base a este modelo diseñamos muebles para niños. Nos interesó la idea de los mobiliarios.

M.T: Estuvimos en el Malba, donde vimos como armaron la biblioteca con fenólico. Empezamos a observar y poner interés en algo que antes no considerábamos.

La arquitecta María González Spangenberg, quien integra junto a Soledad Cugno, Nicolás Campodonico y Alejandro Puente el grupo de docentes del Taller de Análisis Proyectual II, Cátedra Gustavo Carabajal, explica a La Gaceta que al momento de dar la consigna pensaron en «una necesidad real que existía en el taller y en un mueble común, que todos conocen, como es una mesa».

«Les pedimos que se organicen en grupos de a dos alumnos y les dimos como referente para que estudien una mesa de Enric Miralles, y que a partir de esa mesa, indagaran las distintas posibilidades que tienen para diseñar y construir una», dice.

«Hicimos una clase teórica para la que convocamos a Javier Forcen, uno de los arquitectos a cargo de la empresa que se especializa en el diseño y construcción de muebles. Diseñar mobiliario es hacer arquitectura. Cuando hablamos de arquitectura mencionamos a sus elementos: el muro, del techo, del suelo, la puerta. Y una mesa tiene eso: tiene la columna, tiene el techo, la cubierta, la viga. En un solo mueble encontrás todos los elementos. Sin olvidar el concepto de ergonomía», agrega.

Por último, consultada sobre la selección de los trabajos ganadores y, en particular, la decisión de que la votación consagre a la Mesa G, explica:

«Todos los alumnos presentaron unas mesas extraordinarias. Al finalizar el trabajo realizamos una votación en la que se eligió la Mesa G para que sea construida. Algunas eran muy buenas, pero difíciles de construir porque requería de otros elementos. El hecho de que la Mesa G se monte por medio del encastre y que pueda realizarse utilizando una sola placa de fenólico fue una gran ventaja que no era parte de la consigna sino que surgió de Matías y Federico. Es valorable la seriedad con la que asumieron este trabajo y el resultado que obtuvieron».