por Sebastián Stampella
Más allá de las buenas intenciones, la saludable tendencia a destinar cada vez más espacios verdes en los proyectos arquitectónicos no impide que, en la práctica, algunos errores en la planificación terminen frustrando los objetivos deseados.
Y aunque, en el mejor de los casos, los arquitectos y arquitectas deleguen jardines, canteros o terrazas ecológicas a los llamados “paisajistas”, es la articulación con verdaderos profesionales del diseño del paisaje y desde la etapa inicial del proyecto lo que asegura el camino más beneficioso.
Rosario cuenta desde hace 31 años con la Escuela de Diseño del Paisaje ISET Nº 52, una institución pionera a nivel nacional en la formación de graduados de calidad, capacitados con los conocimientos necesarios para brindar un abordaje integral de la actividad.
La docente y rectora reemplazante, María Eugenia Planes, y dos graduadas de esa escuela, Claudia Alcaráz y Noelia Ivón Ferrero, visitaron el Colegio de Arquitectos de Rosario (CA D2) y dialogaron con La Gaceta. En la charla, destacaron la importancia de trabajar junto a los y las arquitectos/as y explicaron por qué es necesario poner en valor al diseño del paisaje con una práctica responsable, en manos de profesionales y sin dejar aspectos librados al azar.
Aclarando equívocos
Claudia Alcaráz mencionó algunas situaciones problemáticas con las que suelen enfrentarse cuando son convocadas para realizar trabajos de paisajismo: “Es muy común que nos llamen arquitectos al final de la obra para decirnos ‘ahora pongan las plantitas’. Y entonces nos encontramos con canteros en los que quieren poner plantas tropicales de gran tamaño, en lugares donde es imposible, o que se han elegido especies que no tienen que ver con el ambiente o con el estilo arquitectónico que se planteó”.
“Por eso es necesario hacer un análisis en cuanto al proyecto en conjunto con el arquitecto para determinar cómo será ese espacio, ya sea exterior, interno o intermedio, y cómo trabajar articuladamente estas dos profesiones”, agregó.
Al respecto, María Eugenia Planes mencionó que los profesionales egresados de la ISET Nº 52 cuentan con una formación académica que los habilita a responder a todos los problemas que se platean en el proyecto del paisaje.
“Contamos con el recurso de poder leer planos y hacer interpretación de ambientes porque eso está dentro de nuestra formación. Conversando con el profesional de la arquitectura puede llegar a nosotros con otro tipo de información que a un lego se le complica comunicar”, sostuvo.
La capacidad de presentar argumentos sólidos para plantear alternativas ante determinados obstáculos o para prevenir situaciones problemáticas es otro de los puntos fuertes que señalan las profesionales del diseño del paisaje.
“Profesionalmente me ha pasado que me presentan un render que es imposible de armar, porque la construcción está mirando al sur y pusieron plantas de pleno sol o porque la instalación no alcanza. Tenemos el saber para plantear la alternativa a eso desde el conocimiento. No sólo decimos ‘esto no se puede’, sino que planteamos qué alternativas hay. Por eso decimos que podemos y debemos acompañar al proyecto de arquitectura con solvencia”, dijo.
Los beneficios de una planificación conjunta
La logística de un final de obra siempre es complicada: los ajustes presupuestarios de último momento, el acarreo de materiales, la limpieza de la zona de trabajo y la convivencia con los recursos humanos involucrados son sólo algunos aspectos que suelen generar cierto desgaste en los clientes.
La incorporación de un diseñador del paisaje en ese contexto -algo que suele ser habitual- no es la más oportuna para sugerir propuestas o realizar acciones como ingresar tierra por el living de la casa o en un edificio recién pintado. Por lo tanto, intervención temprana del profesional del paisaje a la obra permite una mayor planificación y previsión que redunda en beneficios económicos y optimización de recursos.
La graduada Noelia Ivón Ferrero aportó una mirada crítica sobre este punto a partir de experiencias vividas en el desempeño de su actividad:
“A nivel proyectual, me pasó de trabajar con empresas muy grandes de Rosario que hacen edificios con terrazas y balcones verdes y encontré proyectos con errores groseros de parte de personas que dicen tener idoneidad en el tema y se venden desde el marketing de la moda de las plantas. Por ese lado es importantísimo el trabajo en conjunto”, dijo Ferrero.
“Nosotros estudiamos para tener esa planificación. Sabemos cuándo se planta determinada especie, cuáles corresponden a cada estación. Todos esos procesos que después son problemáticos, podemos preverlos con planificación y a la par del profesional de la arquitectura”, apuntó.
Por su parte, María Eugenia Planes mencionó otro ejemplo del aporte de los profesionales del diseño del paisaje en la obra en cuestiones esenciales como la economía de recursos y la sustentabilidad:
“Hoy que están de moda los country es muy común que construyan la casa y la pileta y se lleven toda la tierra de la obra. Y después tienen que ir a comprar tierra negra para las plantas, cuando los primeros 20 centímetros de la tierra que sacaron en la zona de la pileta son utilizables. Por lo tanto, se puede hacer un acopio y ahorrar en la compra de tierra y el despliegue que eso implica al final de la obra”.
“Ahora se habla mucho de la eficiencia energética. Si nosotros entramos antes a la obra también podríamos sugerir que se recolecte agua de lluvia, que es algo que redunda en beneficio para la vegetación. Porque pasa que siempre nos demandan un pasto verde como ven en las revistas, pero después no están los recursos”, expresó la docente.
Claves de una formación de calidad
La Escuela de Diseño del Paisaje ISET Nº 52 fue por mucho tiempo la primera terciaria pública con esa formación y hoy sólo existe una similar en la provincia de Buenos Aires. Con cuatro años de cursado -tres de ellos intensivos- los conocimientos que se imparten brindan una completa formación que capacita a los egresados para volcar una mirada profesional en el abordaje holístico que hoy demandan los proyectos arquitectónicos.
Diseñar, Construir y mantener espacios verdes, seleccionar los materiales y equipos requeridos para la implementación de proyectos paisajísticos son algunas de las habilidades y aptitudes que obtienen los egresados de la Escuela al término de su carrera.
La rectora señaló que a los ingenieros agrónomos se los siguen perfeccionamiento en plantas ornamentales y a los arquitectos en paisaje, pero que a estos no le dan formación “verde” -botánica, vegetación, especies, orígenes- y al agrónomo no le dan de paisaje.
“Uno de los puntos importantes es que nosotros trabajamos en la parte de diseño, y no solo en lo que se llama ‘verde’ sino que tenemos también una gran formación desde el principio de la carrera y que se profundiza sobre el final en lo que refiere al diseño, al proyecto de los espacios verdes, explicó.
Al respecto, Ferrero precisó: “Nosotros hacemos biofilia. Es decir, proyectamos para el bien común en el espacio que sea y hacemos un aporte que también es para la comunidad en general. No menospreciamos el oficio o la capacitación que pueda tener un jardinero, que los hay y muy buenos y que los necesitamos, pero las decisiones proyectuales tienen que estar en manos de un diseñador del paisaje. Por eso consideramos que es tan necesaria la articulación con los profesionales de la arquitectura”, concluyó.