Federico Marinaro: reflexiones sobre su reconocimiento en la XVIII Bienal Internacional de Buenos Aires

Con su Edificio A01, el arquitecto Federico Marinaro se alzó con el premio en la categoría Vivienda Multifamiliar de la XVIII Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires. En esta entrevista -dentro del ciclo que reúne las experiencias de los rosarinos y rosarinas que participaron de este prestigioso certamen- nos cuenta sus impresiones y profundiza sobre la decisión de visibilizar y poner en debate parte de su obra.

por La Gaceta

Continuando con el ciclo que recoge las experiencias de los estudios rosarinos que participaron de la XVIII Bienal de Arquitectura de Buenos Aires, en esta oportunidad el arquitecto Federico Marinaro nos comparte la suya.

Su participación en este prestigioso certamen que se llevó a cabo entre el 28 de septiembre y el 2 de octubre del año pasado en el Faena Arts Center de Puerto Madero no pasó desapercibido: además de la posibilidad de mostrar sus trabajos, su obra Edificio A01 fue premiada en la categoría Vivienda Multifamiliar.

«El hecho de que una obra del estudio sea premiada o haya formado parte del interés del excelentísimo jurado internacional es un gran incentivo para seguir trabajando en esta línea», nos dice.

—¿Cómo surgió la participación del estudio en la Bienal?

—La decisión de participar con estas obras en particular surge de la idea de visibilizar y poner en debate cierta producción y pensamiento que venimos desarrollando en el estudio desde hace siete años, aproximadamente. 

Por un lado, en el año 2015 se convoca al estudio para generar ciertas acciones que mejoren la calidad y acondicionamiento de hábitat de trabajo dentro de Sidersa, una planta siderúrgica ubicada en las afueras de la ciudad de San Nicolás.

Luego de un largo proceso de reuniones (2015-2016) se llegó a un acuerdo entre todos los actores y se lo llamó “Proyecto Integral Sidersa 2015-2025”, donde se acordó sobre qué variables y necesidades operar. 

El proceso fue desarrollar un consenso entre operarios de planta, ingenieros, personal de calidad e higiene, recursos humanos y directores de la empresa. Austeridad, racionalidad en el uso de los recursos y sobre todo, consenso son las bases que sustentan cada acción del Proyecto Integral.

De esta manera, cada operación o acción se transforma en un esfuerzo de trabajar a partir de lo que nos dan de una manera ordenada y estratégica pero también el esfuerzo de transformarlo en un sistema de trabajo generando una sinergia entre los actores, la industria y el estudio.

La conexión entre la investigación interna del estudio que trabaja con la consideración abstracta de lo ordinario, de lo simbólico y de los medios de producción que tenemos a disposición, son argumentos que trascienden la condición profesional y se transforman en argumentos con un carácter de estrategia desarrollada día a día para la industria sobre la que operamos.

El valor añadido proviene de manipular estratégicamente esta realidad pragmática y una de esas manipulaciones es la de convertirlo en una estrategia, trabajando con sistemas que explican la producción de la oficina en esta industria desde el 2015.

Los actores de este proyecto son tantos humanos como no humanos, se genera un ecosistema diverso entre operarios, ingenieros, máquinas y vegetación. Algunos de los encargos son para ámbitos de trabajo o esparcimiento de operarios o personal administrativo y otros son específicamente para alojar máquinas.

Como se explicó anteriormente, en el año 2015 se convoca a la oficina para generar ciertas acciones que generen mejoras en la calidad y condiciones en el día a día de los operarios de la planta siderúrgica.

En esta presentación a la Bienal sólo se incluyeron: las Cápsulas Operativas (cantidad 4), Cápsulas Comedor (cantidad 2) y Nueva Portería. En todos los casos, las bases iniciales de austeridad, racionalidad en el uso de los recursos y sobre todo, consenso se deben respetar.

Por otro, en el caso del Edificio A01, nos resultó interesante presentar la obra comenzando con una pregunta, ¿Cómo conciliar los diferentes recursos con los que contamos para el habitar futuro, produciendo una arquitectura que opere dentro del mercado inmobiliario? 

Dentro de la singularidad propia de la economía productiva, constructiva y social, es decir, la economía de recursos de Argentina en el 2019-2021, proponemos la descripción de un modelo específico y local en el que economía, logística, recursos, sistemas productivos y un cierto aspecto de la industrialización a través de las estructuras metálicas se constituyeron en un sistema de trabajo para el estudio, en ciertos proyectos en ejecución y en esta obra recientemente finalizada específicamente.

Aprovechando estas circunstancias, este contexto y la oportunidad que se presenta, queríamos que el encargo sirva para proponer un debate, e intentar operar al margen de la producción local de edificios de viviendas en altura, de esta manera trabajamos con un sistema práctico y pragmático, y para conceptualizar este sistema de trabajo y la defensa de la idea del arquitecto trabajando con sistemas frente a modelos, se plantean cuatro referencias: un cierto aspecto de la arquitectura industrial del siglo XX, Venturi y Scott Brown en (Learning Las Vegas), Atelier Bow-Wow en (Made In Tokyo) y Enrique Walker (Lo Ordinario).

Las cuatro aproximaciones convergen en una arquitectura que se produce como resultado del aprovechamiento y manipulación estratégica de los medios productivos y de la realidad, y no de un programa estético, o por aplicación de un método. Cuando en nuestro Estudio lo trasladamos a nuestro sistema de trabajo, o específicamente al Edificio A01, no solo nos inspiramos en estas arquitecturas ordinarias y genéricas, además utilizamos los sistemas industriales para sacarles beneficio. 

Y a este sistema de “trozos y partes” que parece neutral, intentamos añadirle un valor, trabajar con él a partir de sus propias reglas, pero añadiéndole un valor; la obra intenta moverse en esta línea fina entre lo ordinario y lo extraordinario de la arquitectura.

Estas cuestiones de lo ordinario, la arquitectura sin arquitectos, y los contextos culturales y productivos que generan sistemas de trabajo dentro de los que trabajan los arquitectos como nosotros, son importantes desde el punto de vista de la práctica profesional, porque demuestran que podemos trabajar a partir de lo que hay y producir un valor añadido sobre ello.

El Edificio A01 forma parte de una serie de encargos para realizar edificios en altura de renta de uso turístico y mixto en la ciudad de Rosario.

Los promotores de estos proyectos pertenecen a la industria del acero, lo cual establece una construcción inicial en el uso de recursos materiales y tecnológicos.

La peculiaridad de los encargos radica en que los promotores depositan en nuestro Estudio el desarrollo absoluto de los mismos; siendo tarea nuestra identificar los potenciales lotes y las necesidades del barrio en el que se ubican, estableciendo el programa y desarrollo correspondiente.

El objetivo fue implementar un sistema de trabajo y una metodología relacionando las problemáticas iniciales y los argumentos desarrollados anteriormente.

Es decir, que nuestro cliente comercializara perfiles metálicos y tubos de acero fue una construcción inicial que intentamos transformar en una oportunidad para el desarrollo de la obra.

De este modo, la utilización de las estructuras con elementos preformados termina por convertirse en un sistema simbólico propio de la economía de la construcción, la economía de recursos, pero también tiene que ver con la expresión simbólica arquitectónica arraigada en el territorio productivo e interior de la Argentina, que son las estructuras portuarias y naves industriales.

Con lo cual uno puede hacer una arquitectura que tenga ese carácter de soporte programático neutral, dentro de lo productivo, dentro de los sistemas de producción estándar, pero también tener un carácter, adquirir un valor simbólico y esa tradición de lo que plantea Enrique Walker, y a su vez se puede construir un argumento que trascienda ese límite, una producción más sofisticada que es la del prototipo, porque como dice Federico Soriano, “Un prototipo es un instrumento para materializar una idea y explorar o comprobar su relación con la realidad. Se trata de crear algo, de confeccionar un artefacto físico, para testear, explorar o comunicar las ideas de diseño de una cosa, u objeto arquitectónico, que va a ser proyectado”.

—¿Con qué obras participaste y cómo fueron exhibidas?

Participamos con dos obras. Por un lado, el Proyecto integral Sidersa (San Nicolás), que fue el proyecto seleccionado de la categoría Equipamiento Privado. Y por el otro, el Edificio A01 (Rosario), que fue el proyecto seleccionado de la categoría Vivienda Multifamiliar.

En una primera instancia y con un jurado Nacional ambas fueron seleccionadas. Luego de esta etapa y dictado por un jurado internacional compuesto por Galia Solomonoff (New York), Josep Ferrando (Barcelona) y Fabián Dejtiar (Archdaily Chile) el Edificio A01 fue premiado en la categoría Vivienda Multifamiliar.

—¿Tuvieron algún tipo de devolución?

—Creo que la repercusión y el interés que tuvo el Premio hacia el Edificio A01 fue muy interesante. Algunas plataformas españolas, uruguayas, chinas y coreanas nos han requerido información para publicar en sus medios. Surgió también el interés de alumnos de países latinoamericanos y nacionales consultando acerca del mismo con fines académicos. Nos ha sorprendido y entusiasmado bastante que surja dicho interés. 

El hecho de que una obra del estudio sea premiada o haya formado parte del interés del excelentísimo jurado internacional es un gran incentivo para seguir trabajando en esta línea. 

—¿Notaste alguna característica distintiva de esta edición de la Bienal que pueda marcar algún cambio o tendencia?

—Creo que se abrió paso a estudios más jóvenes, sobre todo en el Gran Premio otorgado a un gran arquitecto como es Francisco Cadau.