Eficiencia energética: apuntes para una arquitectura sustentable

La reducción de recursos contaminantes y la utilización de tecnologías o diseños que optimizan los beneficios del sol, el agua y la vegetación del entorno son conceptos que se incorporan con fuerza al mundo de la construcción. La Gaceta consultó a dos profesionales de un estudio de arquitectura sustentable de la ciudad de Rosario para conocer cómo avanza la incorporación de edificaciones más amigables con el medioambiente y qué aspectos evalúan para una correcta implementación.

por La Gaceta

A paso lento pero sostenido, la construcción de viviendas, oficinas o edificios energéticamente sustentables va sumando interés en nuestra región. Además de colaborar con la mitigación del cambio climático, una correcta aplicación de los recursos constructivos disponibles permite una notable reducción en el consumo de agua, de energía eléctrica, y de los desechos de obra, entre tantos otros beneficios.

Pero contar con la voluntad y con los materiales no basta para alcanzar esos objetivos, porque no existen fórmulas o recetas para aplicar en forma indiscriminada sino condiciones particulares que conviene tener en cuenta.

Ya se trate de una obra iniciada de cero como de la modificación a una construcción existente, la evaluación previa, el análisis y el diagnóstico en manos de especialistas son fundamentales para desplegar una estrategia efectiva.

El diseño bioclimático de las construcciones implica considerar las condiciones climáticas, aprovechando los recursos disponibles como el sol, la vegetación, la lluvia o los vientos para disminuir los impactos ambientales y el consumo de energía.

“Poner paneles solares está muy bien, pero si térmicamente o lumínicamente la casa funciona mal, el consumo de energía puede ser el triple. Por eso es necesario hacer una planificación, porque un buen planteo de proyecto es lo que va a redundar en una reducción del consumo”, ejemplifica en diálogo con La Gaceta la arquitecta Eugenia Turdó, del estudio de arquitectura sustentable Lowilab.

Una gran parte de la eficiencia energética está determinada por las primeras decisiones (en la etapa de proyecto) y por los aspectos pasivos o bioclimáticos. Una buena lectura del entorno y de las condiciones edilicias puede señalarnos que no se necesita recurrir a energía adicional para garantizar cierto confort interior, sino que es el propio medio el que puede garantizarlo.

Se trata, entonces, de saber aprovechar esos factores para que la implementación de tecnologías sea un complemento y no la primera solución. Las decisiones acertadas en materia de bioeficiencia a partir del diseño bioclimático surgen de una serie de factores previos que evalúan las especialistas.

La arquitecta Fernanda Locascio, quien trabaja junto a Turdó en esa empresa, explica: “En el diseño bioclimático, en el primer anteproyecto podemos identificar el entorno de la edificación, con qué clima cuenta, cómo va a ser la actividad que se va a desarrollar ahí dentro, que son los aspectos que van a incidir en la forma del edificio”.

Cada caso requiere de una estrategia, porque no hay recetas sino una evaluación previa y un análisis para encontrar las soluciones adecuadas»

¿Cuáles son los pasos que siguen para determinar esos aspectos del entorno y cómo encuentran las soluciones más adecuadas para aprovecharlos en beneficio de la construcción?

—Fernanda Locascio: Un paso importante es, por ejemplo, saber dónde tengo que ubicar las ventanas porque eso incide en la circulación de aire y en lo lumínico. En nuestro caso, hacemos mucho análisis y cálculos con software específico que nos dan una base sobre la que apoyarnos. Es decir, no nos guiamos por impresiones o por una situación momentánea, sino que consultamos archivos climáticos que son a diez años sobre el clima del lugar.

—Eugenia Turdó: El entorno se evalúa y se modela. Es importante conocer de dónde vienen los vientos para saber dónde proteger, cómo aprovechar. Si las ventanas están puestas en una posición que no garantizan una buena ventilación dentro del espacio porque la corriente de aire es muy baja, por más que le pongas ventanas enormes no lo vas a solucionar.

—F.L: La calidad del aire es otro factor ambiental. Si tenés una oficina en una planta industrial con camiones arrancando y frenando todo el tiempo, eso es un punto que debe contemplarse y encontrar una solución específica. Cada caso requiere de una estrategia, porque no hay recetas sino una evaluación previa y un análisis para encontrar las soluciones adecuadas.

Las arquitectas coinciden en que desde hace unos años fue creciendo la demanda de construcciones o modificaciones edilicias en busca de mayor eficiencia energética y sustentabilidad.

En cuanto al perfil de los clientes, señalan que, en términos generales, se trata de personas que se acercan al estudio con requerimientos que guardan relación con la ubicación geográfica y el uso que se le da a la edificación.

Así, las demandas de construcciones de viviendas sustentables provienen mayormente de Fisherton, Funes y Roldán; y las llamadas “rehabilitaciones energéticas” de edificaciones existentes suelen ser para oficinas y algunas viviendas del centro y macrocentro de Rosario.

¿En qué medida incide en los clientes la búsqueda de beneficios económicos en la adopción de tecnologías o proyectos arquitectónicos sustentables?

—F.L: Influye mucho la escala, porque hay propietarios de edificios que plantean que las cosas tienen que ser de una forma determinada porque sino se les complica al momento de venderlos. O están quienes plantean que quieren construir un edificio para vivienda de cuatro pisos y planta baja y que, por ordenanza, se le exige un tipo de vidrio que encarece el proyecto.

—E.T: Ofrecemos a los clientes distintas alternativas de sistemas constructivos que tienen la misma conductividad y el mismo resultado y analizamos los costos. Si el costo es el mismo, se deciden otras cuestiones, pero cuando hay una diferencia significativa pensamos otras opciones, aunque nunca es en detrimento del resultado. En ese sentido somos flexibles y tenemos la visión de que lo que hagamos sea bueno, bonito y barato. Estamos en Argentina, y hay tecnologías buenísimas pero que son difíciles de conseguir o que son muy costosas.

Otro aspecto nada menor en el avance de la arquitectura sustentable es la búsqueda de estándares para cumplir con normativas vigentes y aspirar a certificaciones que, además del aporte medioambiental y el ahorro energético, redundan también en un beneficio económico.

“En otros países, construir con esta lógica sustentable es tomada como una inversión, porque al alquilar el inmueble te especifica qué clasificación de eficiencia energética tiene el edificio y eso impacta en el precio porque el etiquetado va relacionado al consumo que vas a tener para climatizar los ambientes”, afirma Locascio.

Por su parte, Turdó señala que la cuestión normativa está bastante avanzada en Rosario porque es la única ciudad, además de CABA (que incluso lo hizo después), en tener una ordenanza que define un valor máximo de transmitancia térmica para muros, para techos y para vidrios.

La ordenanza municipal -sostienen- ayudó a que los edificios hoy sean más sustentables, mejores en lo energético, porque exigen niveles de aislamiento mínimos. El hecho de que actualmente los edificios trabajen con ladrillo de hormigón celular curado en auto clave (HCCA) no es una casualidad, ya que es un recurso que viene a resolver una cuestión térmica y de facilidad constructiva que cumple con la ordenanza, agiliza los tiempos en comparación con un doble muro y abarata los costos de mano de obra.

“Todo indica que vamos hacia el etiquetado. Una parte de la ley ya está sancionada, y eso será algo que seguramente promoverá la rehabilitación energética de los edificios, la búsqueda de mejoras con la aislación en los muros y techos y la incorporación de paneles solares, terrazas-jardín, distribución de la iluminación, parasoles”, concluye Turdó.

Las arquitectas Fernanda Locascio y Eugenia Turdó

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