por La Gaceta Arquitectura
“Hoy me resulta interesante y muy importante profundizar en las experiencias de trabajo colectivo y transversal como apoyo para ampliar el debate sobre los espacios que habitamos y la sociedad que se constituye y representa en ellos”, nos dice el arquitecto Franco Calise en este cuestionario de La Gaceta Arquitectura para el ciclo Voces de nuestra arquitectura emergente.
Nacido en Rosario hace 34 años, Calise se desempeña trabajando en sociedad junto a su colega Pía Albertalli en Estudio Albertalli Arqs. al tiempo que participa del colectivo “Espacio Pan” junto a un equipo de arquitectos/as y artistas conformado por Agustina Coulleri, Florencia Meucci, Diego Constanzo y Emanuel Mancini, Juan Pablo García, y Gonzalo Montoya.
Franco Calise -quien también da clases en la FAPyD de la UNR en la cátedra a cargo del arq. Juan Manuel Rois- forma parte de generación de profesionales de la arquitectura sub.36 que el año pasado fueron seleccionados para la Muestra Argentina de Arquitectura y Paisajismo Emergente (MAAPE 2023), un evento que, al igual que este ciclo, se propone visibilizar la obra y la reflexión de los y las colegas de la provincia.
—¿Cómo viviste el paso de lo académico a lo profesional? ¿Qué diferencias encontraste entre esos dos ámbitos?
—En mi caso particular no trabajé en el ámbito de la profesión hasta unos meses antes de recibirme. Las opciones que se ofrecían en ese momento implicaban trabajar sin sueldo, o con pagos mínimos, que es un problema que considero que sigue ameritando una discusión seria.
Ya más establecido, mientras trabajaba, me mantuve vinculado a lo académico, que es un ámbito que disfruto mucho. Dar clases y seguir estudiando son cosas que me ayudaron (y me siguen ayudando) en ese paso, porque lo académico me permite actualizarme y seguir investigando y reflexionando sobre lo disciplinar y la práctica profesional.
Las diferencias entre el ámbito académico y el ejercicio tradicional de la profesión son diversas y bastante repetidas en cualquier conversación con los colegas, principalmente las que surgen de la fricción con las variables del cliente, los proveedores y los procesos económicos.
Otra cuestión es la regulación de honorarios, que muchas veces sentí que generaba un desbalance entre los profesionales con experiencia y los recién graduados. Me parece más interesante pensar este tema desde la apertura de posibles prácticas que se derivan del uso de las herramientas y conceptos que incorporamos en nuestro paso por la facultad.
Muchas veces, como estudiantes, vemos el perfil profesional únicamente desde su dimensión más tradicional; el “estudio” o la “construcción”. Incluso -al menos en mis años de cursado-, eran muy pocos los docentes que fomentaban prácticas más diversas, como pueden ser las vinculadas con la investigación y lo académico.
Más allá de que hoy vivo de mi trabajo con el estudio, he encontrado en los últimos años una diversidad de prácticas muy amplias. Desde “Espacio Pan”, por ejemplo, desarrollamos un lugar donde trabajar proyectos diversos, que abarcan la crítica, la gestión, el diseño de instalaciones, y la colaboración con personas que vienen de otras áreas. Son ámbitos que no imaginaba abordar cuando era estudiante.
—¿Recibís encargos o gestionás tus propios trabajos?
—En el estudio, principalmente recibimos encargos. Yo me incorporé a un estudio que ya tenía años de recorrido, lo cual, en mi caso, simplificó ese aspecto porque hay una red de clientes y un backup de trabajos sobre los cuales apoyarse.
Después uno, a su vez, intenta gestionar nuevas oportunidades o explorar en otros ámbitos para desarrollar intereses personales y colectivos.
—¿Cómo interpretás el rol de los y las profesionales de la arquitectura en la actualidad y a futuro?
—Me parece que hay herramientas conceptuales con las cuales abordamos los temas de la arquitectura, que no mutan tanto en el tiempo. Lo que sí cambia rápido, y nos exige adaptar esas herramientas, es el contexto en el que desarrollamos nuestro trabajo.
Hoy me resulta interesante y muy importante profundizar en las experiencias de trabajo colectivo y transversal como apoyo para ampliar el debate sobre los espacios que habitamos y la sociedad que se constituye y representa en ellos.
Veo que en la actualidad hay una tendencia muy propia del sistema en que vivimos a un individualismo extremo y trágico. Más que nunca, como arquitectos, tenemos que pensar en la colectivización de los espacios que habitamos; entender a la ciudad como un escenario de fricciones necesarias para construir comunidad.
—¿Cómo concebís, y cómo ponés en práctica, el cruce de la arquitectura con otras disciplinas?
—El cruce con otras disciplinas es algo que me interesa mucho, y es compartido por el equipo de Espacio Pan en general. En sí, mismo es un equipo multidisciplinar que tiene su propio debate interno sobre cuál es el campo de acción del colectivo.
Hay un concepto que me gusta mucho y es, quizás, el que hoy nos identifica: la “transdisciplinariedad”. A partir del entendimiento de los medios específicos y las reglas propias de las diversas disciplinas nos permitimos transgredirlas, diluir un poco sus límites, superponerlos.
Mucho de lo que hicimos en el último año tuvo que ver con esto, particularmente, el proyecto “Expansión 2” que desarrollamos con el colectivo de artistas “BREA” y en el que se involucró a una gran cantidad de artistas y gente de la cultura en general.
Fue un proyecto largo que giró en torno a la pregunta acerca de qué es un museo hoy. En particular, estudiamos y abordamos el caso de la ampliación del Museo Castagnino y su contexto inmediato, que es la plaza que lo circunda.
Fue una experiencia que fue mutando, un gran debate y un estudio de campo desarrollado con herramientas del arte, de la arquitectura y de otras disciplinas afines. Una síntesis de todo ese proceso está en el libro “Bases” , que se armó para la muestra del proyecto.
—¿Qué obstáculos encontrás en el desempeño profesional y cómo consideras que se pueden sortear?
—Creo que los mayores obstáculos siempre han sido dos; construir un ámbito de trabajo sostenible desde lo económico (el “vivir de la profesión” es algo que creo pocos podemos hacer y es otro aspecto que también debemos discutir); y la comunicación, el poder encontrar momentos para difundir y valorizar el rol del arquitecto a la hora del desarrollo del hábitat y su participación en la construcción de la ciudad y su rol social.
En ambos casos me es difícil decir cómo sortearlos. Al menos, en los últimos años lo intento construyendo redes, ampliando el vínculo con otros colegas y con otras disciplinas. Esto me permitió encontrar sociedades que han sido muy fructíferas y participar de espacios de discusión que ayudan a repensarnos profesionalmente.
—¿Qué consejos podrías dar a los y las estudiantes de arquitectura?
—Les diría que tengan paciencia, que busquen, que aprovechen esa etapa de estudio para ir metiéndose en distintos ámbitos, viendo cuáles son los aspectos que más les interesan dentro de la arquitectura para trabajar con eso y profundizar. Les diría que intenten evadir esa incertidumbre tan propia de la salida de la facultad con el disfrute de explorar en sus propios intereses.
Obras publicadas (en orden de aparición):
1- Portada: Proyecto Expansión2 – Espacio Pan + BREA.
2 – Foto personal
3 , 4 y 5 – Fachada Bar Lago2 – Estudio Albertalli
6– Instalación Pan Dulce. Parte del equipo Arqs. Juan Pablo García, Florencia Meucci, y Emanuel Mancini – Espacio Pan
7 – Ciclo Sobremesa – Espacio Pan
8– Muestra Foto Pan – Espacio Pan
9- Proyecto Expansión2 – Espacio Pan + BREA.
10 – Anteproyecto de vivienda suburbana
*El ciclo “Voces de nuestra arquitectura emergente”, de La Gaceta Arquitectura, tiene como objetivo principal difundir el trabajo y el pensamiento de jóvenes referentes de la arquitectura y el urbanismo de nuestra
provincia.
El título expresa la intención de este ciclo, que busca que sean los y las protagonistas de esta nueva generación quienes relaten sus experiencias y expresen sus inquietudes y sus visiones en torno al ejercicio profesional.
El plantel de jóvenes profesionales sub-36 que participan de la Muestra Argentina de Arquitectura y Paisajismo Emergente (MAAPE), que el Colegio de Arquitectura y Urbanismo de la Provincia de Santa Fe (CAUPSF) es representativo de este segmento. Por lo tanto, aparece como más que oportuno comenzar a recoger de allí las primeras «Voces de nuestra arquitectura emergente».