Rescate emotivo: una invitación al tiempo de El Túnel

El próximo viernes 28 de julio el Mes de la Arquitectura del CAU D2 cierra con un homenaje a un espacio emblemático del Colegio, de los profesionales y de la propia cultura de Rosario: el Centro de Arquitectura y Diseño "El Túnel". A 25 años de su creación, en esa jornada se presentarán desde las 20 un libro, un documental y se inaugurará una muestra dedicada a ese sitio. En esta nota, un teaser del video y el primer capítulo, a modo de anticipo.

por La Gaceta

La agenda del Mes de la Arquitectura que desde el 29 de junio viene llevando a cabo el Colegio de Arquitectura y Urbanismo de la Provincia de Santa Fe Distrito 2 Rosario (CAU D2) cerrará el próximo viernes 28 de julio con un homenaje a El Túnel, el emblemático espacio que el Colegio tuvo en el subsuelo del Pasaje Pan entre los años 1997 y 2019 bajo la designación de Centro de Arquitectura y Diseño «El Túnel».

La evocación de este sitio, a 25 años de su creación, se desplegará con un tríptico con producción general a cargo del área de Cultura del CAU D2 que se compone de la presentación de un documental audiovisual, un libro (ambos con el título «El tiempo del Túnel») y una muestra titulada «Tiempo 26». Las dos primeras acciones serán lanzadas el viernes 28 a las 20 hs. en el auditorio del Colegio, en tanto que la última podrá visitarse desde esa fecha en el SUM.

La presentación del tríptico «El tiempo del Túnel» tiene el objetivo de poner en valor el rol que desempeñó el Centro de Arquitectura y Diseño en el ámbito de la arquitectura local y nacional, y en el circuito cultural de la ciudad de Rosario.

El documental reúne el testimonio de los impulsores de esta iniciativa, encabezado por la figura de quien fuera el director de El Túnel -el arquitecto Rogelio «Chelo» Molina-, quienes acompañaron desde lo institucional, y profesionales de la arquitectura local que participaron de las múltiples actividades que se desarrollaron.

Realizado en el propio subsuelo del Pasaje Pan, el audiovisual que se estrenará en el auditorio del CAU D2 cuenta con imágenes de archivo aportadas por el arquitecto y fotógrafo Luis Vignoli.

La muestra «Tiempo 26», que permanecerá montada en el Salón de Usos Múltiples del Colegio (SUM), permitirá a los y las visitantes realizar un recorrido en el que encontrarán mobiliario, piezas gráficas, y elementos icónicos de El Túnel, que funcionarán como un guiño cómplice a la atmósfera que lo caracterizó.

La tercera pata de este tríptico -el libro «El tiempo del Túnel»-, estructurado en 25 capítulos que reconstruyen distintos hitos de la agenda del Centro de Arquitectura y Diseño, recrean el espíritu de ese particular espacio y reúne comentarios de sus protagonistas.

«Dejar registro es, también, una forma de señalar un camino. Contar lo que pasó en El Túnel, dar cuenta de algunas de las tantas y diversas actividades que el entonces Colegio de Arquitectos de Rosario (CAd2) desplegó entre 1997 y 2019 en ese lugar, y sobre todo, el motor que las guió, es poner en valor un modelo de gestión que hoy, desde la nueva sede de avenida Belgrano, perdura adaptado al presente y en constante evolución», afirma en el prólogo del libro el presidente del CAU D2, Ariel Giménez Rita.

Y agrega: «Este libro es un trabajo colectivo, porque se hace entre todos y todas; recogiendo las voces de quienes aportaron algún recuerdo, un dato preciso, una evocación de ese espacio tan querido por nuestra comunidad de arquitectos y arquitectas. Y es también, un relato parcial y aleatorio. Tanto, como lo es el propio ejercicio de la memoria». 

Desde el área de Cultura del CAU D2 anticiparon que durante la presentación del libro se sortearán entre los presentes algunos ejemplares y recordaron que ese mismo viernes 28 se realizará el cierre del Mes de la Arquitectura con la presencia en vivo de San Telmo Lounge.

A modo de anticipo, La Gaceta comparte un teaser del documental y el primer capítulo del libro.

Capítulo I: Una llave

El túnel del tiempo: mediados de 1996. Dos hombres cruzan el Pasaje Pan. Caminan uno detrás del otro. El de adelante tiene una llave en su mano derecha y, al llegar al patio central, señala una pequeña puerta de chapa. “Es por acá”, dice. 

Mientras coloca la llave en la cerradura, dice que hay otras formas de ingresar a ese lugar: bajando al subsuelo por la escalera de mármol -a la derecha del ingreso por peatonal Córdoba- o tomando el antiguo ascensor Otis, ubicado a la izquierda. 

“Es el segundo ascensor que tuvo la ciudad. Primero fue el del Bola de Nieve y después vino éste. Creo que el tercero fue el de La Favorita”, acota. Pero el hombre que lo acompaña apenas si lo escucha; su atención está puesta en esa puerta que está a punto de abrirse. Mejor dicho, está ansioso por ver si lo que hay allí dentro es -como le acaban de sugerir- el lugar que está buscando desde hace un tiempo.

El encuentro se había producido media hora antes. El Chelo Molina se dirigía por la peatonal Córdoba rumbo al bar El Cairo y decidió acortar camino por el pintoresco pasaje que desemboca en calle Santa Fe. Fue ahí que se lo cruzó a Pablo Rivoire, que salía de la casa de marcos que tenía en uno de los locales. 

La charla se inició con una broma, derivó en algún comentario sobre la actualidad política y, finalmente, El Chelo fue al punto. Rivoire escuchó el asunto y le hizo la propuesta: “Acá abajo hay un túnel. Yo tengo la llave para entrar. Si querés, vamos y te fijás”. Los dos hombres enfilaron hacia el patio central, hacia esa puerta que pasaba desapercibida.

Por esos días, el Chelo andaba obsesionado con la búsqueda de un espacio para que el Colegio de Arquitectos de Rosario tuviera, por fin, un lugar propio donde desarrollar sus actividades culturales. Por eso, no dejaba pasar la oportunidad de preguntar a quien se cruzara por su camino si conocía algo para alquilar. 

El Colegio tenía una intensa movida cultural. Y, aunque realizaba muchas actividades, siempre se llevaban a cabo en otros lugares. Las charlas, muestras, exposiciones, tenían como sede al Colegio de Médicos, al Centro Cultural Bernardino Rivadavia, y -en los últimos años- al flamante Centro Cultural Parque de España.

Llevado al plano futbolístico, la idea que desvelaba al Chelo era que el Colegio dejara de jugar de visitante. Es que, para muchas personas, esas actividades no eran percibidas como parte de una gestión cultural del Colegio, sino que se terminaban asociando al lugar donde se realizaban.

La llave gira y la puerta se abre. Adentro está oscuro y hay olor a humedad. La escena, algo fantasmagórica, se completa con un haz de luz que entra por la claraboya de vidrio que da a la peatonal y en el que flotan partículas de polvillo. 

“Hace diez años que este lugar no se usa”, dice el hombre de la llave. El Chelo lo oye, pero no responde; mentalmente, ya comenzó a revestir las paredes, a plantear una iluminación, a montar muestras con planos, cuadros, esculturas, a poblar ese túnel de colegas y amigos. 

Veinticinco años después, el Chelo revive ese momento: “Quedé impactado. No podía creer lo que veía. Me dije, ‘yo quiero este lugar’. Es que, inevitablemente, asocié ese lugar con el túnel del Centro Cultural Parque de España, que era un poco la referencia que teníamos por esos años. Creo que eso influyó mucho para que yo empezara a soñar con exposiciones, con charlas, con todas las cosas que podían hacerse en ese lugar y que, finalmente, pudieron hacerse”.

Los revoques húmedos en las paredes y en el techo abovedado, el contrapiso con la junta de brea desnivelada, la falta de ventilación, y la ausencia de las instalaciones para los servicios de luz, gas y agua, advertían que el acondicionamiento para montar un espacio cultural demandaría una inversión importante.

El estado de abandono del lugar, producto del tiempo que permaneció sin alquilarse, fue la carta que jugó el Colegio -con el Chelo como gestor- para negociar condiciones favorables en el contrato de alquiler. 

Fue así que, la abultada cifra inicial que planteó el administrador en un primer contacto, encontró del otro lado una propuesta concreta para llegar a un acuerdo conveniente para ambas partes: durante un tiempo determinado, el Colegio no pagaría alquiler y, a cambio, afrontaría los trabajos necesarios para poner en valor ese espacio. 

El aval de la Comisión Directiva del Colegio -con Jorge Pozzi en la presidencia, Edy Bagnasco en la vicepresidencia, y Emilio Farruggia como Secretario- fue clave para iniciar esa aventura. 

“Con Daniel Weisburd, que era el Tesorero, hicimos una estimación de los gastos que demandaría acondicionar El Túnel y, finalmente, la Comisión Directiva la aprobó. Enseguida pudimos firmar contrato y, llave en mano, comenzamos a trabajar”, resume El Chelo. 

La entrada a El Túnel para iniciar la puesta a punto del espacio fue en marzo de 1997. Mientras avanzaban los trabajos para acondicionar el lugar y dotarlo de la estética que lo haría distintivo, se definía el nombre con el que se lo bautizaría. 

“Nos definimos por Centro de Arquitectura y Diseño. Con el grupo de Liliana Agnellini y Pablo Cosgaya, que hicieron la gráfica y la señalética de El Túnel, pensamos en poner ‘Centro de Arquitectura y Diseño’ con el 2 ubicado como si fuera exponencial, dando a entender que era al cuadrado, porque era el segundo CAD que había. Era para diferenciarlo de la institución”, explica El Chelo. 

En una etapa inicial, El Chelo contó con la colaboración de Gisela Duffard y Paola Zini. Luego se sumó Alicia Ausburger, que había sido sugerida por Weisburd. Más adelante, Roberto “Japo” Shiira le presentó a Mariano Baima, Marcela Giacometti, Luciana Van Den Bergh y Diego Jobell, cuatro estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la UNR que venían trabajando con él, como pasantes, en algunas actividades culturales del Colegio. 

“El Japo me los recomendó y enseguida se engancharon con el proyecto de El Túnel y empezamos a trabajar con algo más de vuelo. Con ellos empieza a cobrar forma la impronta que caracterizó a El Túnel”, explica El Chelo. 

Mariano Baima y Marcela Giacometti fueron quienes quedaron trabajando en forma definitiva en tareas como la búsqueda de presupuestos, organización de reuniones de trabajo, y la planificación de la agenda cultural.

“Contábamos con un importante capital, que era la experiencia de la actividad cultural que se hacía en el Colegio, y sabíamos la respuesta que eso tenía. Y con la apertura de El Túnel buscábamos potenciar todo eso, ir por más”, dice El Chelo. 

Bautizado como Centro de Arquitectura y Diseño, El Túnel abrió sus puertas un 16 de octubre de 1997 a las 19 con un evento que superó las expectativas de convocatoria y repercusión: “100 Ideas para Rosario”, una iniciativa del Colegio de Arquitectos organizada en conjunto con la Municipalidad de Rosario que convocaba a una mirada propositiva para la ciudad futura. Se iniciaba, así, el tiempo de El Túnel. 

Ficha técnica:

Libro «El tiempo del Túnel»: Producción ejecutiva: Comisión Directiva CAU D2; Idea y producción general: Mariano Baima y Matías Querol; Entrevistas y redacción: Sebastián Stampella; Archivo fotográfico: Luis Vignoli; Diseño gráfico: Liliana Agnellini y Verónica Franco (Estudio AF).

Documental «El tiempo del Túnel»: Producción ejecutiva: Comisión Directiva CAU D2; Idea producción general: Mariano Baima y Matías Querol; Guión y dirección: Matías Querol; Entrevistas: Sebastián Stampella; Montaje: Julián Alfano; Cámaras: Antonio Dayub y Lisandro Murúa; Post-producción: Antonio Dayub y Julián Alfano; Archivo fotográfico: Luis Vignoli; Música: Esteban Maxera Trío y Tomás Bossano.

Muestra «Tiempo 26»: Curaduría: arquitecto Mariano Baima