Flash cinético de Seba Matheus en el Espacio Mínimo Emergente (m)

"Clavame el visto" es el título que elogió el arquitecto y artista plástico Sebastián Matheus para intervenir el Espacio Mínimo Emergente del CA D2 durante el mes de mayo. Destellos de luces y sonidos de mensajes que entran y salen, paredes con rayos de colores, ojos gigantes y un cerebro dominando la escena fueron parte de la puesta.

Arquitecto y artista polifacético son algunas formas posibles para describir a Sebastián Matheus, quien en mayo de este año revolucionó el Espacio Mínimo Emergente del CA D2 con su muestra “Clavame el visto», una experiencia cinética e interactiva que invitó a participar de un «momento flash» para sumergirnos en su particular visión de la «caja-cerebro» donde operan los estímulos de nuestra relación con las redes sociales.

“Ese momento de soledad en que nos aislamos para exponernos a las miradas del otre. Cuando buscamos desconectarnos, conectándonos, perdemos nuestra identidad. Esa imperiosa necesidad que tenemos de ser visibles ante la invisibilidad de los demás”, adelantaba Matheus en la convocatoria.  

Con la sala a oscuras, interrumpida de a ratos por la luz y el chirriar de un enorme teléfono móvil, la sala recibía a los y las visitantes con destellos rojos, azules y amarillos en sus paredes. En el centro del espacio, un cerebro multicolor absorbía estímulos y tres ojos desnudos miraban y eran mirados. 

Otra alternativa para acceder a ese micro universo era observar desde el exterior. Como si fuera la acción de un un voyeur, se podía espiar lo que sucedía en la sala desde pequeños orificios con forma de ojos calados en un ploteado que cubría el ventanal.

El artista explicó a La Gaceta cómo recibió la convocatoria de Cultura CA D2 para intervenir el Espacio Mínimo Emergente del Colegio y qué lo inspiró para plasmar esa obra. 

“Cuando me ofrecieron intervenir en ese espacio, inmediatamente pensé en algo interactivo. Porque yo hago instalaciones, performances, y a veces cuestiones gráficas. Últimamente estoy trabajando mucho en la parte digital además de pintar. Esta sala era una intersección, un pasaje del edificio viejo al nuevo, y además tiene una ventana hacia el afuera. Por las dimensiones me pareció que daba para algo interactivo, donde la gente vivencie algo distinto”, dijo.

Lo que propongo es una vivencia visual, cinética y de transición, porque es un nexo de lo nuevo con lo viejo (pasado y futuro) y con el afuera»

En cuanto al concepto, Matheus explicó que se propuso representar la idea de una “caja-cerebro donde las personas puedan espiar”. “Se me ocurrió que ese entrar y salir todo el tiempo es muy parecido a lo que nos pasa a nosotros en nuestra vida cotidiana con las redes sociales, porque entramos y salimos todo el tiempo para ver qué está sucediendo”, sostuvo.

Y agregó: “La idea es que esa caja sea un contenedor de un montón de situaciones del cerebro. Por eso se me ocurrió que la muestra se llame “Clavame el visto”, porque estamos pendientes de saber si nos contestaron eso que enviamos, si vieron lo que pusimos. Es algo que ya está incorporado en nosotros”. 

“Lo que propongo es una vivencia visual, cinética y de transición, porque es un nexo de lo nuevo con lo viejo (pasado y futuro) y con el afuera. Me parece un reflejo de lo que estamos viviendo: ir atrás, querer ir adelante, y mirar hacia afuera. Pero a veces tenemos la ventana y no miramos afuera. La idea también es espiar desde afuera a través de unos ojos que son orificios”, resumió.  

La puesta de la intervención se apoya en el arte cinético, con geometría, movimiento y luces que consiguen lograr lo que el artista define como “un momento de flash”. En ese televisor que hace las veces de teléfono móvil se reproduce un video-arte realizado por la actriz y animadora Ludmila Almoalen. 

“En un momento, esa pantalla que está en negro y muteada, se enciende y se ven algunas situaciones con imágenes y sonidos. Y al apagarse, en la sala se vivencia un momento cinético”, detalló Matheus.

Por medio de esa experiencia cinética el autor busca “reflejar la carga de ansiedad, de locura que cargamos, esa película que uno se hace con el hecho de no tener una respuesta directa e inmediata, de no buscar la respuesta real”. “Eso es lo que nos pasa cuando nos clavan el visto. Muchas veces no hacemos el camino más corto y nos perdemos en interpretaciones rebuscadas. Cada vez que uno manda un audio por Whatsapp sucede eso”, apuntó.

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