Aldo Ciccione: acuerdos, disidencias y la obsesión por el misterio de la existencia

Hasta el 30 de noviembre permanece exhibida en el cuarto nivel del CAU D2 la muestra “Indemne”, del pintor e ilustrador Aldo Ciccione. Conocido como “Chacal”, este artista rosarino comparte con La Gaceta Arquitectura las reflexiones y las vivencias personales que dieron origen a esta producción con la que busca representar el debate entre las dualidades que forman parte de los interrogantes de nuestra propia existencia.

por Sebastián Stampella

Arriba y abajo. Figura y fondo. Disidencias y acuerdos. Naturaleza y artificio. “Se me planteaba la problemática de cómo resolver esas dualidades en una imagen. Y me gustó representarlo por medio de la abstracción o de la semi-abstracción, con formas que tienen que ver con la geometría, con la aritmética”.

Aldo Ciccione, conocido por su entorno y por quienes disfrutan de su arte como “Chacal”, nos explica con esas palabras la forma que encontró para resolver, con la herramienta del arte digital, los conceptos que dieron origen a la muestra de “Indemne”, que hasta el 30 de noviembre se exhibe en el SUM del cuarto nivel el Colegio de Arquitectura y Urbanismo de Rosario (CAU D2).

“Esas dualidades componen este juego que fui representando como una búsqueda de las realidades que tienen que ver con nosotros como especie humana. Un equilibrio que se arma y se desarma”, agrega en diálogo con La Gaceta Arquitectura.

—¿Por qué titulaste Indemne a esta muestra? ¿A qué responde ese concepto?

—Todo parte de la vida misma, porque el arte no es origen de nada, sino una consecuencia. Es como una sombra. Todo parte de cuestiones que tienen que ver con mi vida. Yo llego hasta acá a partir de un accidente que tuve. Yo dibujaba y, de esa manera, yo tenía la ilusión de que podía transmitir mi sensibilidad a través de la línea, de las formas, de trabajar la figura humana.

Y la quebradura de la muñeca de mi mano derecha que sufro, me crea inconvenientes durante un tiempo largo y me genera un trauma, una crisis importante, porque coincidió con el comienzo de la pandemia. Me operaron pero estuve enyesado, con problemas para usar la mano, y me era imposible dibujar.

Probé con la mano izquierda y me sorprendió que lograba cosas que con la derecha no podía. Pero no me convencía. Y como yo me dediqué al diseño gráfico toda mi vida, y estando en una agencia aprendí a usar programas de diseño por computadora.

Entonces, me propuse recurrir a eso, a ver cómo podía trasladar mis conocimientos de arte utilizando los recursos digitales. Y empecé a trabajar en eso. La computadora es una herramienta al servicio de hacer lo que yo quiero. A medida que fui limpiando ideas y técnicas, el qué y el cómo, me fui convenciendo de que era por ahí lo que quería trabajar. Esto, en cuanto a la técnica.

Pero, después, estaba el qué es lo que quiero decir, para qué uso esa herramienta, cuál era mi necesidad de expresar. Desde hace años vengo trabajando sobre el misterio de la existencia, que es algo común a todos, por más que algunos lo quieran ignorar. ¿Qué hacemos en este planeta? ¿Qué hace el planeta en el medio de la nada, y qué tengo que hacer yo en él?

De pronto, estamos inmersos en un sistema, nos guste o no. Y una de las peores cosas que ha generado este sistema es el egoísmo, y ese es el punto clave de mi trabajo en esta muestra que se llama “indemne”. Apoyo todo en los acuerdos y las disidencias que tenemos como especies, como seres humanos.

Estamos más en desacuerdo de todo, que acordando cuestiones. ¿Qué función tiene el amor en un sistema capitalista? ¿Hay que mezclar esas cosas que son como el agua y el aceite? ¿Cómo las vivimos separadas? Son preguntas que me he planteado y que, de alguna manera, voy respondiendo con estos trabajos. Esa es la base.

—»Indemne» es una consecuencia, un resultado; uno sale indemne de algo…

—En el statement que yo hice público en la muestra escribí que yo salgo indemne de toda esta búsqueda. Porque es una búsqueda que me ha sumergido en crisis profundas. Yo siempre tengo un plan para salir de una crisis. No me victimizo con eso.

Lo primero que me pregunto es cómo hago para salir de esa crisis. En esa sucesión de días en que nos sentimos mal, y luego nos sentimos bien. Vamos pendulando por la vida, por la existencia. Siempre trato de buscar lo positivo, lo bueno que queda. Y a eso me aferro. Poder disfrutar es lo que más me inquieta y me motiva. 

¿Y qué forma encontraste o vislumbraste para salir indemne de ese pendular?

—Después de todas las crisis que pasé, de estas cuestiones que tienen más que ver con el lado oscuro de la existencia, me siento lúcido. Me siento bien mental y físicamente. Entonces salí indemne porque, de otra manera, estaría encerrado.

Me siento indemne después de haber pasado todo esto que pasé. Me siento con ganas de hacer, de buscar salidas a todas las posibilidades donde encuentre cerradas. Tengo sueños muy llamativos últimamente. Tengo sueños en los que paso de un lugar a otro, y el lugar por donde paso es muy pequeño, del tamaño de un ladrillo.

Entonces, paso todo apretado por una puerta de 20 cm de ancho, haciendo un esfuerzo sobrehumano. Y en algunos casos es una salida de un lugar, y en otros, una entrada. Porque el punto clave del adentro y el afuera, es depende de qué lado estás.

En uno de los sueños quería entrar a mi casa. Y en el otro estoy en un lugar abierto, como si fuera una calle, y voy a pasar a otro lugar que desconozco, pero que quería pasar. Y el esfuerzo en esos sueños es cómo pasar de un lado a otro.

—¿No será la búsqueda de un refugio?

—Sí, es buscar un bienestar, un refugio. Creo que es encontrar mi lugar. Como si ahí detrás estuviera ese lugar mío. Pero a la vez, en donde estoy, no me queda una sensación de que no estoy en un lugar en el que tengo que estar. Tal vez, el estar acá y estar más allá es el mismo lugar y nos pertenece de la misma manera. No lo sabemos.

Y nuestro trabajo es descubrir esas cosas. Porque no sabemos de dónde venimos, ni a dónde vamos. Y tampoco estamos seguros de dónde estamos. Creo que el trabajo básico que tenemos como especie en esta existencia es descubrir. 

—¿Y encontrás en el arte un facilitador para llegar a esas respuestas?

—Me da algunas respuestas, que no sé si son las exactas que yo necesito, con esa fidelidad. Porque no sé cuál es la respuesta total. Es cómo plantearse quién es Dios. Sé que es superior a mí, pero no sé qué es. Son interrogantes de la existencia.

Yo digo que no sé, que es algo que ya cuesta mucho decirlo. Yo tengo todos esos datos, esa información que acumulo y que tengo para afirmar que salí indemne. Esta muestra es la puerta de salida, es el punto clave después de tanto luchar. Porque la vengo planeando con esto desde el inicio de la pandemia. 

¿La obra es producto de ese accidente que tuviste? ¿Lo concebís así?

—Es el inicio. Es como un incendio, que parte de un fósforo. Podés quemar el mundo con un fósforo. El inicio es la quebradura, pero después a ese fuego no lo domina nadie, va por donde quiere y destroza todo.

El accidente fue un punto de quiebre que me llevó a redescubrir otras posibilidades. Me llevó a ver cómo salía de esa situación y hasta dónde podía llegar. 

—Estuviste vinculado a lo artístico desde muy chico. ¿Qué es lo que te mantuvo ligado a ese universo con el paso del tiempo?

—Siempre digo que el arte nació conmigo. Porque crecí entre artistas: mi madre era soprano y cantaba lírico, y mi padre era músico y artista plástico. Venían a casa muchos artistas, o íbamos a las casas de ellos. Muchas cosas me han quedado de chico y me han servido, después, para dedicarme a eso.

Dibujaba mucho desde chico. Me gustan las forma, descubrirlas. Tal vez, esto tenga que ver con que me gusta descubrir “la forma de”. Puede ser la forma de un dibujo, de un problema, de una crisis, la forma de un amor…

—¿Y el punto de partida para esa búsqueda cuál suele ser en tu caso?

—Siempre hay un punto de partida complicado, ya sea cuando me encargan algo o cuando lo hago por mi cuenta. Pero mi problema no es la hoja en blanco como símbolo de la problemática base, porque cuando voy a encarar algo yo ya tengo una idea previa de lo que quiero. Mentalmente, es como si tuviera un impacto telepático: se me instala una idea, y después tengo que trabajar para ver cómo la desarrollo. Ese es el concepto.

¿Y te dejas llevar por lo que sale o en el camino lo vas reformulando? ¿Qué tan fiel sos a ese concepto inicial?

—No tengo una fidelidad específica sobre una idea. Para mí, una idea es como un universo, que no sé que tamaño tiene, y que lo tengo que descubrir. Lo voy descubriendo y pensando dentro de mis posibilidades como individuo, con lo que tengo metido en el cerebro, con mi memoria genética; con lo que instalo o desinstalo a voluntad.

A partir de ahí voy construyendo una idea. Y siempre va teniendo tendencia a lo que yo quiero decir. Hay muchas cosas que todavía tengo guardadas y que no encontré la manera de decirlas. A veces las digo de una manera que, para algunos, les resulta agresiva. Pero más que agresiva, es directa.

Trato de vivir de la manera más clara para mí, porque yo creo que eso es lo que hace al sentido de la vida colectiva. Es la manera de ponernos de acuerdo, de intercambiar. Y si no hay acuerdos, no seamos enemigos; convivamos, porque no tenemos que vivir de una manera. Tenemos un sistema que invalida las posibilidades de vivir de otras formas. El egoísmo es la imposibilidad. 

—El egoísmo parece ser algo muy potente….

—Sí, totalmente. Y el punto clave que yo tengo para unirme con las personas es la sensibilidad. Es un mutuo acuerdo. Si no nos alineamos en la sensibilidad, nos va a costar mucho buscarnos y encontrarnos.