por La Gaceta Arquitectura
La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció, por medio de una resolución de 2010, el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que el acceso a un agua potable y limpia resulta esencial.
En los objetivos que plantea este organismo en la Agenda Urbana 2030 para consagrar este derecho, se recomienda la participación de la comunidad y las partes interesadas como una forma de aumentar la confianza, reducir los conflictos y garantizar la sostenibilidad.
En nuestro país, la Constitución Nacional consagra a la calidad y eficiencia de los servicios públicos como derechos fundamentales de los habitantes.
En la ciudad de Rosario, el 10 por ciento de sus habitantes -unas 120.000 personas- no cuenta con acceso a la red formal de agua potable. La problemática persiste en el 90 por ciento de los 119 barrios populares que existen en la ciudad, cuyos vecinos y vecinas obtienen agua mediante conexiones irregulares y -en menor medida- por medio de camiones cisterna.
Los datos provienen del Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) de acuerdo al censo realizado en 2022 y se estima que las cifras hayan aumentado desde entonces acompañando el deterioro de las condiciones socio-económicas del país.
Cabe destacar que se considera Barrio Popular a los barrios vulnerables en los que viven al menos 8 familias agrupadas o contiguas, donde más de la mitad de la población no cuenta con título de propiedad del suelo ni acceso regular a dos o más servicios básicos.
La ley 27.694 declara de interés público el Régimen de Integración Socio Urbana de los barrios populares identificados en el RENABAP, e insta a los gobiernos a tomar las medidas para que sus habitantes accedan a los servicios públicos “con calidad, continuidad y cantidad suficientes, y sin discriminación”, y puedan convertirse en usuarios formales de los mismos.
Lejos de garantizar esos derechos en forma plena, y a un paso muy lento, los sucesivos reclamos de las barriadas en épocas de extremo calor, cuando el agua se hace más vital que nunca para esas familias, apuraron algunas medidas que permiten mejorar esta situación.
Desde hace poco más de cuatro años, la empresa Aguas Santafesinas (ASSA) puso en marcha un plan de acción para optimizar las condiciones del acceso al agua potable en los barrios más postergados de la ciudad de Rosario. Lo hace a través del Área de Relaciones con la Comunidad, que fue creado para dar una respuesta a esta problemática, y con el acompañamiento de los propios habitantes de esos barrios.
Este proyecto de ASSA comenzó a plasmarse en la zona sudoeste de Rosario, en reuniones con vecinos, vecinas, y referentes del barrio Toba, con el objetivo de mejorar el acceso al agua de red a unas 1.800 familias del lugar y de los barrios El Sol; Amistad; Roca; La Cava; Libertad; La Tacuarita; y Vía Honda 2 (hoy Moderno).
Alejandro Bourgignon, responsable del Área de Relaciones con la Comunidad de ASSA, visitó la sede del CAUD2 convocado por las comisiones de Urbanismo y de Derechos Humanos. Allí expuso el diagnóstico realizado en ocho barrios populares de zona sudoeste y detalló el modo en que trabajaron junto a vecinos y vecinas.
“El proyecto que llevamos adelante, y que iniciamos cuatro años atrás, surge a partir de la demanda de los propios habitantes de esos barrios. En las recorridas que fuimos realizando observamos las dificultades que existían en los límites de donde pasan las cañerías oficiales de ASSA y dónde no”, dice Bourgignon en diálogo con La Gaceta Arquitectura.
—¿Qué dificultades encuentra ASSA para realizar conexiones a la red de agua en los barrios populares?
Las dificultades para el acceso al agua en estos lugares se da por las características de los mismos. Al no tener título de propiedad o dominio de vía pública, las calles internas de esos barrios suelen estar asentadas en terrenos fiscales o del ferrocarril, o pertenecientes a privados, con litigio judicial.
Por lo tanto, desde ASSA no podemos intervenir de manera formal ahí dentro. Entonces, lo que hacemos es ordenar las conexiones precarias que realizan los vecinos en forma irregular, para evitar las pérdidas y mayores complicaciones.
Es que, al no tener cañerías, los mismos vecinos intervienen las de la empresa y se conectan de modo informal. Esto produce muchas pérdidas, porque las intervenciones no son ejecutadas por gente idónea y se hacen con materiales que no son los apropiados.
—¿En qué consistieron esas intervenciones?
En primer lugar, empezamos a hablar con los vecinos y a caminar el barrio con ellos para tener un diagnóstico, relevando las presiones de agua e identificando las fugas existentes, que son las que se producen donde los vecinos hacen conexiones de manera autogestiva.
Reemplazamos esas cañerías informales por una cañería principal de menor diámetro que las formales y de otro material. En lugar de utilizar PVC usamos PAD, que es polietileno expandido de alta densidad. Y en cuanto al diámetro, no superan los 50 milímetros. Con esas cañerías hacemos el recorrido interior del barrio, con conexiones de media pulgada con llave de paso en el interior de las casas.
Es importante destacar que estas obras las hacemos con los vecinos. Ellos hacen el zanjeo y nosotros, desde el área de Relación con la Comunidad de ASSA nos encargamos del tendido de cañería y las conexiones domiciliarias. Los materiales los gestionamos a través de la Municipalidad de Rosario.
—¿Cómo planifican el avance de las obras? ¿Cuáles son los plazos previstos?
—La planificación es a partir de las demandas que se presentan. Actualmente tenemos diez barrios en agenda para intervenir en conjunto con la Municipalidad. Y en cuanto a los plazos, el objetivo es ejecutarlos dentro de este año.
Pero se hace muy difícil, porque la gestión de compra de materiales y el trabajo comunitario insumen más tiempo que una obra formal. En estos momentos estamos necesitando más recursos humanos para trabajar dentro de los barrios.
Es una alternativa para salir del paso que permite que los vecinos tengan una canilla en la puerta de su casita o casilla».
Desde el CAUD2, las comisiones de Urbanismo y de Derechos Humanos vienen abordando desde distintos ángulos la problemática del agua en la ciudad de Rosario; con especial interés en la dificultad para acceder a este servicio vital para la vida cotidiana que padecen miles de familias y la inequidad que esto representa.
“El crecimiento de los barrios populares en Rosario no es producto de la emigración foránea, sino del aumento de la pobreza. Nuestra ciudad siempre encabezó el ranking de desocupación a nivel nacional”, señala desde la Comisión de Urbanismo la arquitecta y urbanista Cristina Pradolini
“En momentos de crisis como la actual es lógico estimar que el número de personas viviendo en estas condiciones haya aumentado notablemente”, agrega.
A partir del trabajo social que realiza junto a colegas en el barrio Toba, Pradolini es testigo directo de los inconvenientes que genera en sus habitantes la falta de agua, y lo insuficiente que resulta, en ocasiones, la provisión por medio de cisternas.
“En verano la situación se agudiza. Recuerdo una protesta contundente por este tema en enero de 2022, con una movilización de vecinos de la comunidad Qom frente a la Municipalidad, que finalmente se desactivó cuando enviaron camiones con agua para cargar la cisterna. Pero no podemos naturalizar que esa sea la solución, porque hay vecinos que caminan siete u ocho cuadras con un balde para buscar agua para que pueda beber su familia”, sostiene.
Pradolini destaca que, ante este escenario, el proyecto de ASSA con su sistema alternativo de cañerías aparece como una respuesta válida. “Es una alternativa para salir del paso que permite que los vecinos tengan una canilla en la puerta de su casita o casilla, y ellos mismos participan del trabajo haciendo las zanjas por donde pasa el caño”, dice.
En cuanto a la marcha de este proyecto, la arquitecta puso de relieve que, de la planificación inicial para ocho barrios de zona sudoeste (con planos de ASSA listos para iniciar los trabajos), sólo se ejecutó en uno: barrio Toba.
En ese sentido, esta semana vecinos y vecinas de zona oeste enviaron una carta a las autoridades de ASSA en la que califican de «alarmante la situación del acceso al agua potable de red en la ciudad», demandan a los gobiernos municipal, provincial y nacional que asuman este tema como una «prioridad ineludible», y solicitan a la empresa que reanude la ejecución del plan de conexiones previsto para el resto de los barrios populares.
“El agua es un derecho humano básico. El agua es fundamental para la vida: no solo para beber, sino para la higiene de las personas y la de su vivienda. Es una problemática que debería abordarse con mayor seriedad, como algo prioritario. Ante este panorama, muchas obras que se proyectan para la ciudad aparecen como superfluas e innecesarias”, reflexiona Pradolini.
Por su parte, desde la Comisión de Derechos Humanos del CAUD2 recordaron que sobre la problemática del acceso al agua potable existe un proyecto de Ley (expediente 49040 CD-DB) presentado hace dos años en la Legislatura provincial y girado a las comisiones correspondientes sin conseguir avances.
La iniciativa en cuestión -con autoría de la diputada Damaris Pacchiotti y el acompañamiento de su par Lucila De Ponti- establece la creación del «Programa Agua Social Santafesina» y tiene como ámbito de actuación a los Barrios Populares de la Provincia de Santa Fe.
Este programa prevé el diseño y la ejecución, en articulación con los municipios y comunas y las prestatarias del servicio, de un plan de acción quinquenal para dotar de agua potable a las vecinas y vecinos de los 408 barrios populares registrados por el RENABAP en todo el territorio provincial.
“Reclamamos que mediante esta ley, o de cualquier otro instrumento, se puedan adecuar las normativas para que la provisión de agua sea un derecho no sólo declamado en los foros internacionales, sino una realidad”, sostienen desde la Comisión de DDHH del CAUD2.
“Sabemos que los caminos de la institucionalidad tienen sus tiempos. Sin embargo, si queremos una ciudad justa y segura, la integración de los barrios populares es el camino”, sostienen.
Para graficar la dimensión que tiene el agua a nivel urbanístico y humano, recurren a una cita: “En su Historia Natural, XXXI, 4, Plinio el Viejo indicaba que ‘es el agua la que hace a la ciudad’. Los acueductos romanos eran obras de ingeniería territorial que abordaron las técnicas más audaces para llevar agua a todas las ciudades del imperio, a veces, simplemente pequeñas poblaciones. No concebían otro modo de pensar un asentamiento humano”.
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