
por Arq. Cristina Pradolini (Comisión de Urbanismo – CAUD2)
La Planificación territorial es una herramienta con la cual los gobiernos, a través de políticas públicas sustentadas por sus leyes, pueden transformar los territorios hacia una mayor distribución del desarrollo económico y social, generando asentamientos humanos que tiendan al equilibrio, a una mayor equidad y racionalidad en el espacio territorial.
Frente a la reforma de la Constitución de Santa Fe, surge un tema de extrema relevancia en la futura estructura territorial de nuestra provincia.
Entre los artículos que serán modificados, el 107 expresa que se “incorporará uno de los cambios más profundos, que es la consagración de la autonomía municipal en los planos político, administrativo, económico, financiero e institucional. Se definirán criterios claros para la redacción de cartas orgánicas locales”.
Es verdad que sería un cambio profundo. Tratando de pensar con racionalidad, las leyes y normativas de un Estado debieran tender a una distribución equilibrada y justa del desarrollo en los territorios, y los planificadores urbanos y territoriales debemos reflexionar, de qué modo se plasmarán estas decisiones constitucionales, en el territorio provincial.
Se debe partir de la observación de la distribución poblacional, y del desarrollo económico y social actual de nuestra Provincia. Hoy Santa Fe presenta graves desequilibrios territoriales.
La Región Sur, en la Pampa húmeda, con gran densidad de población, ubicación de ciudades grandes e intermedias, metrópolis y metápolis, presencia de rutas, líneas ferroviarias, infraestructuras, servicios, asentamientos industriales, instituciones administrativas y financieras, desarrollo del comercio.
El Norte, la Pampa seca -como también el Oeste provincial- con bajas densidades por departamentos, y exceptuando el aglomerado de Reconquista, con ciudades de escasa población, con extensas regiones deshabitadas (los bajos submeridionales), la escasez de medios de transporte, y la presencia de numerosas poblaciones pequeñas, de 200, 500,1.000 habitantes, con tasas negativas de crecimiento demográfico, lo cual indica que tienden a desaparecer.
Hoy, nuestra provincia tiene una inmensa disparidad en cuanto a las densidades de población por departamentos. Según el Censo Nacional de 2010, el departamento Rosario tiene una densidad media de 634 habitantes por km2., el departamento Vera 2,7, y el departamento 9 de Julio 1,8, por mencionar algunos.
El índice de urbanización de la provincia (el porcentaje de población que vive en áreas urbanas) es de 88,2 %. Actualmente el Gran Rosario abarca el 39,2 % de la población de la provincia. Las ciudades más pobladas y con alto grado de infraestructuras de servicios se ubican en el sur provincial.



Esa planificación territorial sólo puede llevarla a cabo un Estado central fuerte. Es el Estado provincial quien debe encarar las grandes obras como rutas, ramales ferroviarios, puentes, infraestructuras de servicios, acueductos, gasoductos, redes de alta tensión, conexiones de Internet, plantas de tratamiento de líquidos cloacales, plantas de reciclaje de residuos sólidos, la provisión de agua potable, y de energía eléctrica en los centros urbanos, entre otras.
Por otra parte, el Estado provincial es quien debe sostener la atención de la Salud Pública en hospitales provinciales y centros de salud, como así también la Educación Pública (escuelas).
El reequilibrio provincial se crea a partir de una correcta distribución de recursos pertenecientes a ese Estado central para fortalecer a las regiones, sobre a las más deprimidas y aisladas.
Nuestra provincia posee numerosas regiones productivas, que es como naturalmente deben definirse. No es correcto dividir en regiones nodales, imponiendo al mapa provincial una subdivisión en 5 regiones irreales, sin cohesión socioeconómica.
La cohesión de una región la da su estructura productiva, los recursos naturales y potencialidades que posee, su identidad, su historia, las costumbres de sus habitantes, etc.
El suelo provincial santafesino se compone de numerosas regiones. Algunas de ellas son la Región Ganadera de la llanura chaqueña en el N.E; la Cuña Boscosa al N.O. como región forestal; los Bajos Submeridionales, extensiones de tierras que necesitan obras para ser recuperadas; la Región del algodón; la Región arrocera, sobre el Río Paraná; la Cuenca lechera, en el Centro oeste; la Región de la frutilla; la Región del Alto Delta; y las Islas del Río Paraná.
También sumamos al Cordón Urbano industrial (considerado el segundo nodo exportador del mundo de materias primas de alimentos); la Región Agrícola de la Pampa Húmeda, con las mejores tierras para la agricultura, en el sur provincial; las Regiones Metropolitanas de Rosario y de Santa Fe; y el Aglomerado Reconquista; entre tantas regiones.
Fortaleciendo Regiones productivas, generando empleo, e incentivando, fomentando y subsidiando radicaciones industriales en el interior de la provincia, en el Norte y Oeste, es como la población podrá distribuirse en el suelo provincial. Y también, fortaleciendo ciudades intermedias (de alrededor de 50.000 habitantes), con un hinterland de pequeñas poblaciones cercanas.
La Autonomía Municipal, según se distribuyan los recursos económicos, tiene el riesgo de generar una agudización de la macrocefalia de Rosario en un cuerpo provincial débil e improductivo. Esto debilitará el Estado Central Provincial
Hay numerosos ejemplos en el mundo -sobre todo países de Europa- donde han logrado desconcentrar grandes metrópolis, y derivar población a zonas rurales deshabitadas, subsidiando y fomentando la radicación de industrias y fuentes de empleo y rutas, donde luego se agregan las infraestructuras, los planes de viviendas, etc., generando el asentamiento de pequeñas poblaciones, en el interior, rural, donde además la vida es más sana y amigable que en las grandes metrópolis.
Nuestros gobernantes, las instituciones, y la sociedad en su conjunto, deberemos elegir qué tipo de Provincia queremos; si nos interesa tender a un desarrollo equilibrado, distributivo, aprovechando el potencial productivo que poseemos, o si, por el contrario, queremos continuar con los problemas de polarización del territorio, de zonas fuertemente equipadas y congestionadas, frente a zonas que van perdiendo población.
En esa elección se estará decidiendo la futura estructuración del territorio provincial, según se adopten leyes que, con su impacto y proyección en el espacio, determinarán si Santa Fe se dirige al intento de una Provincia equitativa y justa, o si mantendrá las diferencias entre regiones con altos niveles de desarrollo económico y social, frente a otras regiones subdesarrolladas y aisladas en el mapa provincial.
